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Agarró el pincel con firmeza
y comenzó a dibujar el mundo a través de sus ojos.

Comenzó a trazar  en cada pincelada
una a una sus alegrías,
no terminó hasta haber dejado cada risa
y cada sentimiento plasmado dentro.
Convirtió un mundo lleno de tristezas en uno maravilloso.

Fue trazando color por color
amarillo, azul,
rojo...
Y una que otra estrella.

Le dio luz a todo lo que ya estaba muerto
destacando la calidez de su alma
y lo bonito que tenía en su corazón,
aunque le costara seguir
bombeando sangre.

Ya sabía como terminaría,
así que dedicó sus últimos latidos
a crear un mundo diferente,
muy diferente
al que ella vivió toda su vida.

Me convertí en una nube grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora