Estoy demasiado mareada y cansada como para levantarme de la cama. ¿Qué se supone que hice ayer?
*Suena la alarma*
Y ahora suena la estúpida alarma, no me apetece ir a esa estúpida comida con mi familia. Si fuesen un poco menos ruidosos... Vamos Ariel tienes que levantarte o tu queridísima madre empezará a llamarte para que vayas a esa gran comida.
Me levanto cuidadosamente de la cama y me dirijo a mi pequeño baño de mi pequeño apartamento. Sí, tengo 23 años y vivo con un sueldo de mierda en una mierda de apartamento. ¿Pero que podía hacer?
Al llegar al baño me senté en el wc y mientras mi vejiga se vaciaba mi mente se volvía en blanco. Tiro de la cadena y me voy hacia el lavabo y me lavo la cara con agua muy fría. Subo la cabeza muy lentamente y me miro en el espejo. No puede ser cierto, en serio, ¿qué hice a noche?
Tenía toda la cara llena de pequeñas marcas rojas al igual que el cuello, pero las marcas del cuello eran como si alguien me hubiera ahorcado con todas sus fuerzas. Tenía que hacer algo para tapar todo ese desastre. Cogí todo mi arsenal de maquillaje carísimo, ese que tenemos todas que nunca usamos porque nos costó un ojo de la cara y nos da pena que se gaste.
Me maquillé toda la cara y el cuello, me pinte la línea del ojo en negro, rímel y un poco de colorete. Ahora podía salir sin que nadie sospechara nada de lo que podría ser aquello.
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Diario de una sumisa
RandomY es verdad lo que dicen de "cuantas más cosas te prohiben más tentaciones hacía ello".