Capitulo Nueve.

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Los próximos días se quedó vigilando al híbrido de conejo, provocando que sus turnos se alargaran más de lo usual. Katsuki le reprochó varias veces por durar hasta tarde levantada, no dejaba ver su preocupación en sí, pero era tanta que incluso se quedaba en el cuarto de vigilancia para confirmar que se encontraba bien.

Cerró la puerta detrás de ella sin intenciones de realizar el mínimo ruido. Eran alrededor de las una de la mañana y cualquier cosa en movimiento brusco haría que las alarmas se activen y despierten al resto de los híbridos.

Sus ojos pesaban, era lógico por la hora.

—¿A dónde crees que vas? —oyó la voz ronca del rubio detrás suyo.

Giró la vista. Se encontraba de pie a varios metros de ella con los brazos cruzados. Llevaba puesto un jersey blanco combinado con unos jeans holgados negros, un chaleco de cuero sintético y sus típicas botas militares.

Su expresión era de las más raras que se le han visto en el rostro.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Agnes extrañada y al mismo tiempo asustada por el sermón que se llevaría a casa.

—Lo mismo debería preguntarte —frunció el ceño, claro ejemplo de que se encontraba enojado.

—Estaba cuidando de Midoriy —contesto mientras levantaba las manos, sabiendo perfectamente que el de ojos rubí no la dejaría en paz.

—Puede que seas su encargada, pero el resto del refugio es el encomendado de realizar ese trabajo —levantó una ceja—. Les estás haciendo ganar dinero sin mover un dedo.

—Es que le llegó el celo y...

—Para eso están los supresores, otra cosa es que no hayas registrado su fecha de celo y no fuera a reclamar sus pastillas.

—Pero...

—Si tanto lo quieres ¿Por qué no lo adoptas? —refunfuñó con la paciencia ya en sus últimas.

—No lo había pensado —admitió— pero, de ser así, no pasaría tanto tiempo con él en casa cómo lo paso aquí —añadió caminando unos cuantos pasos a la salida. Katsuki le seguía por detrás.

—Entonces, hablemos con el jefe —incentivó con los ojos entrecerrados. Toda la edificación estaba a oscuras, dificultándole la visión, pero a Agnes no le afectaba en nada por sus habilidades de Zorro—. Necesitan a un recepcionista nuevo ¿Sabes? —le recordó. El oficial Bakugo es el encargado de atender a los clientes actualmente, porque la anterior secretaria había sido despedida un día después del rescate protagonizado por la pelirroja.

—No es mala idea, pero dudo que el pueda hablar con todos esos desconocidos que entran por ahí —señaló las puertas de cristal con la cabeza, indicándole que su trabajo ya estaba hecho y ya podían retirarse.

—Piénsalo de esta manera, pesimista —dijo volteando a verla aun con el ceño fruncido—. Si práctica sus palabras con ellos, lo más probable es que su dislexia se pueda tratar de mejor forma.

—No lo sé, Kacchan —se recargó en unos de los pocos árboles cercanos a ellos—. Me encantaría adoptarlo y ayudarlo en algún trabajo, pero tu más que nadie sabes que pronto tendré que irme.

El rubio suspiró con pesadez. Hace tres días, Mirio Togata, el jefe del refugio Yuriko, le informó que el próximo mes sería transferida a Kyoto, en el refugió Tomoeda. Lo único bueno era que en cinco días cumpliría veinte y dos años de edad y celebrarían su fiesta de despedida junto a su cumpleaños.

Katsuki suspiró nuevamente pensando en el día en el que finalmente se iría de su lado. Eran siete años de amistad lo que llevaban y sería muy difícil para ambos separarse.

Sus labios realizaron una mueca que tenía tanto felicidad como tristeza, ya sabía que le regalaría en su cumpleaños.

Usagi. [Boku No Hero Academia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora