El reflejo de una extraña

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No estaba segura de cuánto tiempo permanecí  inconsciente. Por algún milagro desperté con normalidad, es decir, pude ver con claridad aún si presentaba algunos malestares. No sabía si habían comenzado algún tipo de experimento conmigo o había contraído algún tipo de enfermedad. Últimamente, habían incrementado los casos de muerte por tifus, incluído en nuestra instalación. También, tenía la ligera sospecha de que pasó a causa de los soldados al obligarnos a trabajar bajo la lluvia, pero eso no tenía ningún tipo de relación con la vista. Sea lo que sea, habría una revisión médica para reducir el número de personas de ese lugar. Yo podría ser una de ellas con facilidad.

Luego de un incierto tiempo en cama volví a levantarme. Greta me alcanzó un pedazo de pan y agua, diciendome que era la primera vez desde ese día que comía algo más sostenible. La verdad era que seguía sin apetito, pero de todas formas lo ingerí. Me puse a caminar y estirar un poco de mis extremidades hasta que me fije en un pequeño espejo roto. Lo que vi, me dejó sorprendida, y más que eso, asustada por lo que podría suceder más adelante. La chica que vi en ese reflejo, no era yo. Había adelgazado de manera considerable, mis labios estaban resecos y tenía unas enormes ojeras oscuras debajo de los ojos, ni que decir de mi palidísima piel. Era probable que me mandaran a la duchas por mi inutilidad ante sus ojos.  

En mi intento de ocultarme y escapar de la revisión, los soldados llegaron para mi mala suerte. Lo único que me quedaba era resignarme. Nos agruparon en grupos de 10 personas para ingresar al pequeño salón donde se llevaría a cabo la revisión. Al dar una chequeada al resto de mujeres, me di cuenta que la mayoría era joven. En pocas palabras, ya se habían desechados del resto. Además, cuando uno grupo salía, era raro que estuviera completo.

Después de una corta espera, llamaron a nuestro grupo a alistarse. Antes de ingresar por la temible puerta de acero, nos ordenaban que levantemos nuestras mangas hasta la altura del hombro para ver nuestros códigos. Luego, cada uno de nosotras ingresaba a esperar por el doctor, que por algún motivo fue reemplazado por otro. El anterior era un señor adulto con una mirada aterradora, ni que decir de su sonrisa, pero aquel otro, era lo contrario. Fue como un golpe de suerte, y una casualidad sin sentido. A los minutos, la cola se hacía más corta entre el doctor y yo. A diferencia de otras revisiones, los soldados permanecían afuera esperando por la lista de las personas que no continuarán laborando.

En un abrir y cerrar de ojos, lo tenía al frente de mí. Analizando cada detalle de mí, aunque no era necesario ver mucho para descifrar qué estaba mal.

— Por esta razón no te he visto todo este tiempo —La voz de Jesse era seria, pero era agradable escucharla después de tanto tiempo.— Solo mira el estado en que estas, si te hubiera visto el anterior...

— Lo séIntervení antes de que terminara la oración, lo sabía perfectamente.

— ¿Desde cuándo estás así?

— No estoy segura... de cierto modo me las arregle para aparecer aquí

— ¿Alguien más de tu grupo ha presentado los mismo síntomas?

— Una que ya murió por causas ajenas a ello —El rostro de Nora apareció en mi mente.—pero habían experimentado con ella ... ¿Tu crees?

— Es poco probable, no tienes marcas superficiales —Me indicó con mucha credibilidad. La idea de que supiera lo que hacían era un poco estremecedor desde algún punto de vista. Esos pequeños detalles de él que ocultaba me generaba angustia— Te daré algunos medicamentos para reducir algunos problemas y verificar lo que realmente tienes 

— ¿No crees que sospecharan?

— Solo es necesario decir las palabras correctas —Terminó de escribir y volvió a alzar la mirada hacia mí— Espérame despierta

Asentí con la cabeza, y seguí al resto de chicas que ya habían sido revisadas, en la que estaba Greta. Por suerte, no terminé en las duchas como un gran número de personas. Ya casi al atardecer, el cielo se oscureció con una gran nube gris. Lo único que nos quedaba a nosotras, las sobrevivientes, era rezar y orar por esa pérdidas humanas.  De regreso a la instalación nos dimos cuenta que el número de literas libres aumentó de nuevo.

Esa vez nos dejaron dentro de la instalación todo el día mientras se ocupaban de las  famosas "duchas" por completo. Solo por ese día, nadie saldría a hacer algún trabajo obligatorio con el fin de que se mantenga el secreto de lo que sucedía de verdad en esas duchas. Aprovechando esas horas, cada una hizo lo que le parecía mejor, en mí caso, descansar hasta que anochezca.

Una vez que todo el campo se silenció y quedó completamente a oscuras, todos recién comenzaban a descansar con un poco más de tranquilidad. En cambio, algunos aprovechan esa horas para actuar. Mis compañeras ya estaba descansando para prepararse para un día muy agitado, mientras que yo espera diligentemente  una señal. Estaba cansada, pero aún así hallaba un modo para no quedar dormida en el intento. Escuché  un tenue golpe contra la ventana que se volvió repetitivo, era justo la señal que esperaba. Me bajé torpemente de la litera, y me acerqué a la puerta. Toque dos veces con cuidado de no levantar al resto, y a los segundos ya estaba abierta.

— Tenemos que salir de aquí —Jesse sujetaba con fuerza una bolsa de papel.— Solo sígueme  

— ¿A dónde? —Pregunté porque sí, a pesar de saber lo que sucedía. Ese pequeño desconcierto sobre él, a veces me hacía dudar sobre si era correcto seguirlo.

— A un lugar adecuado

Me sujetó de la muñeca una vez salí de la celda y me llevó caminando casi a rastras a una zona que parecía abandonada. Una vez dentro, intenté encender alguna luz, pero Jesse me lo impidió al ser muy arriesgado, sobretodo en la condición que estábamos. Él vació la bolsa sobre una mesa, al tiempo que tomé asiento en una antigua silla. Lo que había en el interior no eran más que agujas y un par de pastillas blancas. Las agujas fueron el mayor problema para mí.

— ¿Y eso? —Intenté preguntar con la mayor serenidad posible, pero mi voz me delataba.

— ¿Con miedo? —Indicó Jesse con un sonrisa oculta mientras inspeccionaba la aguja. Yo negué con la cabeza.— Tranquila... Solo será un pinchazo, nada del otro mundo... Servirá para saber que tienes exactamente —Me informó Jesse.

— ¿Funcionará? 

— Es lo menos que puedo hacer desde mi lado, no te lo puedo garantizar —De repente, tenía su rostro a pocos centímetros del mío. Su voz ayudaba al calmarme, pero aquellos ojos lucían completamente distintos a comparación de otros días. Una misteriosa luz caía sobre ellos, haciéndolos más brillantes y profundo. Por unos segundos, me perdí en ellos.— ¿Lista?    

Asentí con firmeza, tratando de ocultar el miedo. Cerré mis ojos, y deje que todo pase. Sentí a Jesse a mi lado, así como sentí perfectamente cuando palpo con sus dedos mi brazo para encontrar el lugar donde iba a colocar la aguja. Me concentré en su voz mientras me informaba de lo que hacía. Di un profundo respiro al momento que sentí como la aguja traspasaba mi piel. Me dio escalofríos de la idea de saber que me estaban inyectando una medicina que bien no podría tener algún efecto en mí. Cuando ya estaba todo terminado, por fin me atreví  a abrir mis ojos.

— Tuviste miedo —Jesse sonrió— No me pudiste engañar

— Todo el mundo tiene miedo de algo

— Cierto. La medicina puede adormecerte, así que lo mejor es llevarte de regreso y evitar alguna circunstancia 

Antes de salir, me dio una de esas pastillas blancas. El sabor era desagradable, pero sentí un pequeño cambio con respecto al malestar que había estado sintiendo hasta el momento. Jesse justo como dijo, me acompañó hasta mi instalación. No hubo un tipo de despedida, solo ingresé y fui directo a mi litera. La medicina había hecho su objetivo. Esperaba levantarme a la mañana siguiente con la fuerza suficiente para trabajar y tener de vuelta mi rostro.



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