El balcón

684 13 2
                                    


¡Madre de los recuerdos, querida de las queridas!
¡Tú, todos mis placeres! ¡Tú, todos mis deberes!
¡Recordarás las bellas caricias compartidas,
la dulzura del fuego y el encanto de las noches!
¡Madre de los recuerdos! ¡Querida de queridas!

Las tardes iluminadas por el carbón ardiente,
las tardes en el balcón cubiertas de nubes rosas,
¡qué dulce me parecía tu seno, qué noble tu corazón!
Con frecuencia nos dijimos cosas inolvidables
las tardes alumbrados por el carbón ardiente.

¡Qué hermosos son los astros de los atardeceres cálidos!
¡Qué profundo es el espacio! ¡Qué potente el corazón!
Al inclinarme hacia ti, reina entre las amadas,
creía respirar el aroma de tu sangre.
¡Qué hermosos son los astros de los atardeceres cálidos!

La noche se cerraba como un tabique,
y mis ojos en tinieblas descubrían tus pupilas,
yo bebí tu aliento, oh dulzura, oh veneno,
y tus pies en mis manos fraternas se dormían.
La noche se cerraba como un tabique.

Yo sé cómo evocar los momentos felices,
y revivo mi pasado acurrucado en tus rodillas.
Pues, ¿dónde podría hallar tus lánguidas bellezas,
sino en tu amado cuerpo y tu alma tan dulce?
¡Yo sé cómo evocar momentos felices!

Aquellos juramentos, aquellos perfumes, aquellos besos encendidos,
¿renacerán del abismo que separa nuestras ondas,
como suben an cielo los soles rejuvenecidos
después de lavarse en el fondo de los mares?
¡Oh juramentos, oh perfumes, oh besos encendidos!




Charles Baudelaire
"Las flores del mal" (1857)

El último besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora