8. Comida

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¿Es real? De verdad esta pasando? Es imposible que sea real, sucedió hace muchos años.

Jane se encontraba en un prado de su querida Inglaterra, persiguiendo un conejito blanco. El sol bañaba su rostro, el viento acariciaba su cabello. Ella pudo sentir el pasto golpear sus piernas. Por primera vez en mucho tiempo es libre, ya no hay cadenas que la limiten, ni reglas que obedecer.

–De prisa. No hay que dejar que se escape.

Jane giró su cabeza hacia la izquierda, asombrada al ver a un Alec de cinco o seis años, con sus mejillas rosadas y sus ojitos azules brillando. ️¿Desde cuándo Alec es un niño? Sus piernas continuaron moviéndose mientras perseguía al conejito. Sin perder al objetivo esponjoso de vista, ella se permitió observarse durante un instante, sorprendida al ver que también era una niña. ️¿Qué me pasó?

No pudo preguntar nada, ni pensar un respuesta, pues un gruñido captó su atención. En un abrir y cerrar de ojos el campo y el conejito desaparecieron. La luz del sol bañaba la habitación de la cabaña, pero de una manera extraña. La habitación solía ser más brillante, los colores más luminosos. Usualmente, cada espacio reflejaba miles de luces, como diamantes al sol, sin embargo, ahora todo es más opaco. Si, hay luz, pero no tanto como antes.

¿Cómo es posible que la luz pueda cambiar tanto de un día a otro? O, ¿cómo es posible que Jane pueda dormir? Los vampiros no duermen, aunque... El malestar y la perdida de visión la golpearon con fuerza, dejándola sin aire por un momento.

Ya no es una vampira normal, ajora es una vampira defectuosa que tiene calor, ve mal, duerme y es torpe. Algo frío rozó su mejilla en el instante que algo líquido escapaba de sus ojos. ️Genial. Ahora soy una niña llorona.

–Amor, ¿estas bien? –quiso saber Benjamín.

Ella observó a Benjamín, con una punzada de decepción al notar que incluso él se ve diferente. Antes ella era capaz de apreciar cada detalle de su cuerpo, cada línea, cada imperfección. Sus débiles ojos solo eran capaces de observar a una figura pálida, de un ligero tono moreno, libre de imperfecciones que brilla como el sol. Con dolor, desvió su mirada y tomó su mano, concentrándose en admirar el actual contraste de sus pieles. No era demasiado, pero era extraño ver que su piel en tono crema no brillaba.

Jane suspiró y cerró los ojos, tratando de ignorar el frío que él le proporciona. Sus frías caricias tocaron su mejilla. Un suspiro involuntario escapó de sus labios antes de abrir los ojos y obligarse a mirarlo.

–Habibi –susurró el egipcio. No deseaba admitirlo, pero el silencio de su esposa comenzaba a preocuparle.

Jane se perdió en la mirada borgoña de su esposo. Era hipnótica, imposible de evitar. ️¿De qué color serán mis ojos? Probablemente ya no son rojos. ¿Serán del mismo color que cuando era humana? Por alguna razón, pensar en el color de sus ojos la hizo sonreír brevemente, distrayendola del extraño hecho de que ahora es humana. Para su mala suerte, un dolor acompañado de un ruido en el estómago captó toda su atencion. Parecía ser igual al dolor que suele sentir en su garganta cuando no se alimenta durante semanas, pero concentrado en el estómago, como si sus entrañas se retorcieran y se consumieran entre ellas. Era horrible.

–Creo que debes alimentarte –ella volvió a parpadear y a concentrarse en Benjamín.

Todo lo que la rodea es extraño. Su mente no puede parar de hacer comparaciones entre lo que veía y sentía como vampira y lo que ve y siente como humana. Algunas cosas la maravillan, otras la asustan. Por más que lo intenta, su mente es un caos y su nivel de concentración es escaso. Con esfuerzo, trató de volver al mundo real y prestar atención a las palabras de Benjamín.

El último besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora