Epílogo

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La noticia de la muerte de Jane Vulturi se había esparcido más rápido que la pólvora. Los Vulturi aún no eran capaces de asimilar que su preciada Jane había muerto, los demás clanes estaban de fiesta, pues veían la pérdida como una grieta al poder imbatible de los Vulturi, una oportunidad para derrocarlos de una vez.

Alec y Benjamín nunca se llevaron bien, ambos toleraban la presencia del otro a causa de Jane, pero sin ella, nada los unía. Alec miraba con desprecio a Benjamín, pues a sus ojos él era el único responsable de la muerte de su hermana. Por su parte, Benjamín era incapaz de ver a Alec dado que a pesar de ser hombre, sus facciones y algunos de sus gestos le recordaban demasiado a Jane.

A pesar de su incomodidad mutua, existía un pacto tácito entre ellos: ninguno se quedaría en Volterra.

De nada servía enviar a Chelsea u ofrecer consuelo, Aro y los demás líderes Vulturi eran conscientes de que solo era cuestión de tiempo antes de que sus miembros más poderosos se fueran.

A pesar de vivir durante toda su existencia en Italia, Jane siempre volvía a su Londres natal, por lo que sus restos fueron sepultados en un mausoleo en la capital inglesa. Alec y Benjamín no preguntaron a quien pertenecía o cómo lo habían conseguido tan rápido. Alec había aprendido que a veces es mejor no hacer preguntas, Benjamín por su parte no quería pensar en nada que no fuera su futuro sin Jane.

Sin Jane, Alec no tenía motivos para volver a Volterra. Hace varios siglos que deseaba abandonar a los Vulturi, pero Jane no. Ahora, sin ella, por fin es libre para vagar por el mundo en paz, lejos de la crueldad y las reglas absurdas del clan italiano.

Benjamín se sentía perdido sin Jane. Durante toda su vida había sido el esclavo de Amun, ahora sin su esposa tenía la posibilidad de volver a Volterra para convertirse en un esclavo con pedigree o vagar solo por el mundo. Por momentos se sentía tentado de buscar a Alec y preguntarle si podía acompañarlo, pero en el fondo sabía que sería una situación incómoda para ambos.

Con pesar, Benjamín alzó una mirada hacia el cielo gris de Londres, buscando una señal de que Jane estaba viéndolo en algún lado, tal vez cuidándolo o dándole una señal de lo que debía hacer.

–Benjamín.

La voz suave de Corin a su lado lo devolvió al mundo real. Él intento descifrar cuáles eran las intenciones de la vampira, pero no pudo adivinar nada. En silencio él le indicó que podía continuar y decir lo que tuviera que decirle.

–Jane escribió una carta para ti –anunció sin más–. Ella me pidió que te la diera luego de su muerte.

Benjamín contempló su nombre escrito en la letra elegante de su mujer. Una sensación de malestar se instalo en su interior.

–¿Por qué ahora y no antes? ¿Por qué dejó una carta en lugar de decirme las cosas en vida? –la confusión se apoderaba de él, sin embargo Corin estaba caminando hacia las filas Vulturi para poder volver a Italia.

Con la mirada buscó a Alec y descubrió que él también estaba leyendo una carta. Con un suspiro pesado abrió la carta.

Benjamín,

No dispongo de tiempo, palabras o papel para poder pedir perdón por todo esto. Me conozco y te conozco. Sé que en este momento estarás culpandote por mi muerte, pero quiero que sepas que la culpable soy yo.

Los he visto buscar una cura durante meses, los he oído susurrar cosas cuando creyeron que estaba durmiendo y he tomado una decisión cruel y egoísta, una decisión que les causa dolor pero que es la única decisión correcta para mi.

Es tan agotador y frustrante perder tus fuerzas, es tan humillante convertirte en una cosa dependiente que ni siquiera es capaz de hacer las cosas más básicas por si misma. Estoy harta de que me traten como un bebé inútil mientras buscan una forma de mantenerme con vida. Desearía explicarlo mejor, pero apenas tengo fuerza para escribir esto.

Le he pedido a Corin que sea mi compañera y se quede a mi lado porque me enferma aún más el hecho de verlos fingir entereza cuando la que esta muriendo soy yo. Alec y tu son tan patéticos, tan pésimos actores, tan mediocres. Ambos quieren ser fuertes para mí y darme palabras de animo cuando lo único que logran es enfermarme y hundirme aún más en mi propia miseria. He sido cruel y merezco una muerte lenta y dolorosa, pero no dejaré que el destino me diga qué hacer y cómo morir, por lo que adelante lo inevitable.

Nos tomó varias semanas de práctica, pero de alguna forma increíble Corin y yo logramos combinar nuestros dones. He ido en contra de mi naturaleza y de mis instintos para crear una ilusión agradable, una ilusión de una Jane saludable y sensual, la última Jane que seguramente verás antes de que deje de respirar. Con la ayuda de Corin podremos embotar tus sentidos para mantener la ilusión más tiempo. Fue agradable la primera vez que nuestro experimento resultó exitoso, durante cinco minutos logré convencerme de que estaba sana y salva, que la enfermedad estaba afectando a otra persona. Pero el hechizo terminó y acabé exhausta. Corin me advirtió que sería una locura mantener esa ilusión durante horas, pero no me importa si la muerte es el precio que debo pagar a cambio de una última noche a tu lado, a cambio de un último beso, un beso salvaje, frenético, un beso como los que siempre nos damos.

Corin dice que estoy a tiempo de desistir, pero la decisión está tomada. Crearé una ilusión saludable de mi misma y haremos el amor una última vez. Corin estará junto a nosotros, oculta para darnos intimidad, pero lo suficiente cerca para asegurarse de que la ilusión no pierda fuerza.

Probablemente al leer estas palabras te sientas sucio por hacerlo cuando ella estaba cerca de nosotros, o empieces a cuestionarte, incluso puede que busques en tus recuerdos algo para verificar estas palabras. Si estás leyendo esta carta, es porque mi plan funcionó: tuvimos una noche de lujuria desenfrenada y ahora estoy enterrada en una tumba.

Mi querido Benjamín, estoy escribiendo estas palabras para que no te sientas culpable por mi muerte dado que fue algo que yo misma provoque para escapar de tanto dolor. También escribo esto para que sepas que te amo y siempre te amaré.

No deseo que este sea el fin, al menos nunca creí que terminaríamos así, pero por el bien de ambos es mejor que tu seas libre para conocer el mundo y a alguna vampira que pueda hacerte compañía, así como mi alma podrá ser libre y dejar atrás la prisión de un cuerpo enfermo que no tiene sanación.

No sé si este será el final definitivo. Los vampiros no existen, pero ambos hemos caminado entre los humanos por varios siglos, así que, no lo sé, quien sabe, quizás en el futuro nuestras almas puedan volver a unirse y el destino nos dé una segunda oportunidad para estar juntos y vivir un amor mas duradero y sano. Elijo creer eso para que esta locura tenga sentido.

Los gritos de los humanos disminuyen, así que la cena vampirica debe estar acabando, al igual que mi tiempo. Espero que el destino pueda unir nuestros caminos en otra vida.

Tuya siempre,

Jane Vulturi.

El último besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora