Isabella PDV
Estamos a mitad de semana, no le comenté a George nada de la publicación en Instagram ni nada por el estilo, no quiero verme como esas novias psicópatas. Pero lo eres, Isabella. Ok haberme enojado por eso no me hace psicópata, si le hubiera reclamado, quizá sí. Sigues estando loca.
A primera hora nadie tiene el humor suficiente para decir algo, lo cual favorece al maestro. Volteo a ver a George y me guiña un ojo, provocando que me sonroje.
De algún modo recordé cuando aún no éramos nada más que amigos.
Estábamos en clase de historia, procuraba poner mucha atención, porque la próxima semana empezaban los exámenes. De pronto una bola de papel aterrizó en mi cabeza. La tomé y la abrí, ¿de quién sería?
<Venimos del mismo color, pero me falta algo para verme casi igual como tú, voltea a ver>
Confundida, seguí sus instrucciones. George jaló el cuello de su playera hasta la mitad de su pecho. Rodé los ojos el me guiñó el ojo. Me sonrojé por lo que había hecho, no entendía el por qué, pero ignoré ese hecho.
Cada que George me guiñaba el ojo, me sonrojaba a más no poder. Y así fue como me di cuenta de que estaba sintiendo algo por él. A veces, al pensar en que ahora existe Sam, me gustaría volver por un día aquellos tiempos en los que apenas florecían los sentimientos.
Más tarde, después de receso tuvimos una hora libre, los profesores estaban en junta, así que bajamos a la cancha. Había un balón, y mis compañeros no dudaron en jugar básquetbol. En cambio, me senté cerca de la cancha para ver a George junto a mis amigas, quienes no entraron al juego.
Hablaban de cosas triviales, y yo de repente participaba en la conversación, pero no podía concentrarme al cien por ciento. De pronto, vi algo que no me gustó para nada: Sam tenía el balón, y George intentó quitárselo. Pero habiendo mil y un maneras de quitarlo, la rodeó con los brazos, dejándola aprisionada, y estaba muy cerca de ella para mi gusto. Fruncí el cejo y bajé la mirada.
—Ya vengo. Voy a ir al salón, olvidé mi botella de agua —acto seguido, caminé enojada hacia el salón. Me tomé mi tiempo, ya que estaba en el segundo piso. Iba a paso lento, pero mis puños estaban cerrados.
Abrí el salón y di gracias a Dios que no hubiera nadie. Me senté en el escritorio de los maestros, y ahí me quedé un rato sentada.
— ¿Dónde está mi ag...? —John no pudo terminar su frase, porque me vio en el escritorio — ¿Is?
— Ah... Hola —saludé distraída.
— ¿Por qué estás aquí? —preguntó mi mejor amigo.
—Am... Porque no quiero estar abajo —respondí cortante.
— Isabella... —empezó a decir —Puedes engañar a cuantos quieras pero a mi no me haces idiota.
—Touché —dije. Suspiré antes de contarle lo que vi.
— Vamos, no seas dramática. George te quiere, y tú a él. Además estaban jugando básquet —John trató de tranquilizarme.
—Está bien —me di por vencida.
—Bueno, voy abajo, ¿vienes? —preguntó John.
—No, me quedaré. No te preocupes por mi —contesté dedicándole una sonrisa forzada. John asintió y salió del salón.
Me quedé pensando en lo que me dijo John. George me quiere... Esto o puede seguir así, no puedo seguir dudando de él, si él no duda de mi. Pero no termino de confiar en Sam, simplemente hay algo dentro de mí que lo impide. Celos.
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Situación Sentimental: Creo en el destino. (SS#2) (PAUSADA)
Teen FictionIsabella se tiene que enfrentar al nuevo ciclo escolar después de unas largas y agradables vacaciones. Está enamorada de George, y él de ella. Todo parece ser de color rosa, hasta que entran a clases, dónde nada será tan sencillo como ambos creían...