— Muchas gracias, Brian, quedó hermoso —sonrió la mujer.
— No es problema, señora —respondió el contrario alagado—. ¿Necesita algo más?
— Por ahora no, ten tu paga —le extendió unos billetes, los que Brian recibió contento.
Luego de despedirse y agradecer educadamente, se dirigió a su departamento.
Caminó felizmente hacia allí, subiendo al ascensor, donde se encontró con unos cabellos dorados que logró reconocer.
— ¡Roger! —saludó acercándose.
— Oh, hola, Bri —le sonrió contento—. Al final si éramos vecinos.
— Sí —respondió este—. ¿En qué piso?
— Nueve —respondió el rubio.
— Bueno, yo voy al nueve también —rió levemente.
— ¿Y cómo no nos habíamos visto antes?
— No lo sé, pero con esta cercanía deberíamos conocernos más —respondió.
— Bueno, nos conocimos hace tres días —rió un poco—. Pero no estaría mal.
— Claro, empecemos —respondió—. ¿A qué te dedicas? Además de la florería claro...
— Pues... me gusta escribir —admitió colocando unos de sus rubios mechones tras su oreja.
— ¿De verdad? ¡Vaya! Nunca había conocido a alguien que escribiera —sonrió—. ¿Podría leer algo tuyo?
— B-Bueno... nunca nadie ha leído algo que yo haya escrito... además de mí, claro —dijo—. No creo ser muy bueno... la verdad no creo ser para nada bueno.
— ¡Hey, yo creo que sí! —refutó el contrario.
— Brian, me conoces hace tres días —respondió Roger—. ¿Por qué estás tan seguro de que yo podría ser buen escritor?
— Pues por la forma en la que te expresas —respondió Brian—. Yo tiendo a leer bastante y el mundo narrativo me parece algo genial, solo que yo no sé redactar.
— Quizás algún día... —dijo—. Pero por ahora... me da mucha vergüenza.
— No tienes por qué avergonzarte, Rog —le dijo poniendo una mano en su hombro y haciendo que el menor se sobresaltara levemente—. De seguro eres buen escritor, y cuando estés listo para mostrarme tus escritos... estaré encantado de leerlos.
Roger sonrió.
— Gracias —dijo.
El ascensor se detuvo en el piso nueve.
— Bueno, yo...
— Iré... a... a mi apartamento —dijo el mayor.
Se miraron unos segundos a los ojos, sin querer irse, mirando los ojos contrarios y llenos de curiosidad acerca del otro.
— Nos vemos —dijo Roger y entró a su departamento.
— Nos vemos —murmuró el mayor disponiéndose a entrar al suyo que estaba unas puertas más allá.
¿Qué acababa de pasar?
Había hablado con Roger, a quien comenzaba a ver todos los días por su trabajo de jardinero.
Le agradaba y esperaban a que pudiesen ser amigos, pero no entendía por qué se había quedado tan inmerso en sus ojos.
Orbes azules, cual profundo océano. Incertidumbre, belleza, el deseo de conocer. De explorar. ¿Amor?
No.
Prometió no volver a enamorarse, solo le provocaba sufrimiento.
Además, conocía al rubio hacía tan solo tres días.
De seguro solo fue una atracción, una atracción física y nada más.
Y eso era insignificante ¿verdad? Podía ser amigo de alguien a quien considerase atractivo. A fin de cuentas, le vendría bien tener amigos en la cuidad.
Sí, amigos.
Y nada más.
(...)
Y su cuchillo lleno de ira iba desprendiéndose poco a poco del corazón de su víctima, quien gritaba con pánico y terror desgarrando sus cuerdas vocales y garganta. Tras retirar el cuchillo, ella ya había muerto. Damian se limpió las lágrimas de ira y de desesperación de sus ojos.
Había matado a Margaret.
Dejó el lápiz sobre el escritorio y miró lo que acababa de escribir.
— Una porquería —murmuró sacando la hoja y arrugándola.
Colocó su mano en su mentón pensando en cómo cambiar la narración.
— Quizás exageré en hacer que Damian la matara... —pensó en voz alta—. Quizás Margaret debería huir e irse y que ese sea el verdadero castigo... no, es estúpido... ¡Diablos! ¿Por qué saqué la hoja?
La estiró y comenzó a transcribir todo lo escrito, cuando sonó el teléfono.
Fue a atender caminando con cierto cansancio.
— ¿Hola?
— ¡Cariño! ¿Viste las noticias?
— ¿Las noticias?
— Hay un concurso de escritura en la ciudad —escuchó la voz de Freddie tras la línea—. Deberías participar con el cuento ese de amor de... Robian y... Madeleine.
— Damian y Margaret —resopló el rubio—. Y no es de amor, bueno, en parte, pero no.
— ¿Y cómo diablos esperas que lo sepa si no me dejas leerlo? —reclamó el azabache.
— No importa, de todas formas no participaré —dijo.
— ¿Y por qué no? —preguntó Freddie.
— Porque no tengo talento, Fred —suspiró—. Solamente haré el ridículo si participo.
— Vamos, dime la trama, de seguro es buena y sí tienes talento —respondió.
— Margaret conoce a Damian en una tienda —comenzó—. Se van conociendo con el tiempo y terminan enamorándose, pero ella no sabe que Damian tiene trastornos psicológico y que es un psicópata que ha asesinado a sus anteriores novias. Por lo cual, luego de la desaparición de Margaret, su hermano, que es detective, intenta encontrarla y sospecha del mismo Damian.
— ¿¡Por qué diablos no publicas eso?! ¡Es un thriller! ¡Podría hacerse famoso!
— Claro que no, es basura, es cliché. Simplemente será una historia burda más en un mar de libros baratos que nadie quiere leer.
— Dios mío, Roger, deja de hablar estupideces —soltó Freddie—. ¡Muchos querrán leerlo! Ahora, dime ¿cómo se llama el libro?
— El peligro se viste con rosas —respondió Roger.
— ¡Publícalo!
— ¡No lo haré! Tengo que mejorar mi redacción, mi desarrollo de los personajes.... soy un asco se escritor, no, no voy a publicarlo ni mucho menos participar en el concurso. Además es costoso publicar, ¿Sabes?
— Ahorras lo suficiente con la florería —siguió insistiendo el azabache.
— No, Fred, no lo haré y punto —dijo el rubio y cortó el teléfono.
Volvió a sentarse en el escritorio y leyó nuevamente lo escrito.
— Basura —escupió lanzando la libreta lejos.

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Violets [Maylor]
FanfictionRoger trabaja en una florería y Brian es un jardinero. Violetas que me diste de un recuerdo olvidado para mi mente, pero no para mi corazón. [portada por @besitosderoger] [Emily Adler 2019]