Parte 1.

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Para milurocks y su AU.

La muerte siempre se sintió como una memoria para mí, solía imaginarla a menudo. Me preguntaba cada día en algún momento, si aquél sería mi último día en la tierra.

Y aún imaginandola cada día, no parece suficiente para acostumbrarse a ella. Siempre pensé que después de mi muerte, vería a Dios en el cielo, quién me recibiría con los brazos abiertos y me llevaría al eterno paraíso del descanso.

Lástima que las cosas nunca son como uno desea.

Lo único que contemplo ahora es un espejo. Un espejo en el que no me veo. No existo.
Y es gracioso, porque me siento real. Es decir, puedo tocarme, puedo ver, reír, llorar y escuchar a la perfección. Sé quién soy, recuerdo a mis amigos y familiares. Pero… Desconozco el que hago aquí. Privado de ir al eterno descanso, a pasar a un segundo plano, dónde sea eternamente feliz.

No tengo conocimiento de cuánto tiempo he pasado bajo la tumba, pero parece ser que esto no ha sido algo del "día siguiente".

Eliza, mi amada Eliza… Ojalá pudieras ver qué sigo aquí. Sigo amando con un cariño pasional cada centímetro de ti, cuando duermes durante las noches, sigues pareciendo delicada, frágil. Me encantaría estar a tu lado para protegerte. Angelica, mis hijos, todos crecen en gracia y belleza cada día.

Y duele.

Duele no poder consolarlos cada que se acuerdan de mi, duele tener que verlos cada día sin poder hacer nada por ustedes. Por ti, Eliza. Con la que más cuidado debí tener. Te extraño, y lloro. ¡¿A esto me ha mandado Dios!? ¡Sufrimiento en niñez, vida y hasta muerte! ¿Por qué, Dios mío? ¡¿Qué te hice para merecer esto!?

Estoy harto de llorar desde que desperté. Intentando darle un abrazo a mis hijos, intentando acercarme a Eliza… Todo es sumamente inútil.
No pueden verme.

¿Será alguna clase de castigo, Dios?
Miró al cielo, en busca de una respuesta.

Solo hay murmullos de personas a las que le soy inexistente.

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Poco más de tres meses han pasado. Me torturo la mente, cada día, mirando a mi amada, a mis hijos. A los que no puedo expresar el cómo me hace sentir verlos, a mi esposa, a la que no puedo amar como debería.
No puedo seguir así.

Abandono la casa, ¿quizás alguien más pueda verme? O al menos, podré ver cómo les va a mis amigos.

Camino por las calles, o más bien, floto. Creo que esa es una de las pocas ventajas de ser un fantasma, puedo elevarme tan alto como guste y atravesar paredes.

Aunque eso no compensa el hecho de lo mucho que deseo de la gente me vea, la que realmente quería.

A mis amigos les va bien, de ves en cuando parecen mencionarme, me he quedado un buen rato vagando por sus hogares. A veces me lloran, o, algo así. He oído que alguien ha reído mientras me mencionaban, más bien, reían acordándose de algunos de nuestros momentos juntos. Me alegra que aún me recuerden, aunque duele saber que piensan que ya no estoy aquí.

ᴏɴᴇ-sʜᴏᴛs ||• ʜᴀᴍɪʟᴛᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora