ᴅᴇᴘʀᴇssɪᴏɴ

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Este one-shot, podría contener un tema delicado para algunas personas.

Se ha advertido, desde aquí queda tu decisión de leer.

Se recomienda discreción.
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Thomas se encontraba llorando.

Las noches eran sus momentos favoritos para llorar.

Nunca sabía muy bien el porqué, pero siempre sucedía por las noches.

Llegaba a su casa, dejando caer su portafolio mientras miraba el suelo.

Al poco rato, sentía que sus ojos se nublaban y su gesto cambiaba. Una lágrima, dos.

Después de unos minutos, las lágrimas que salían de sus ojos eran incontables gotitas pequeñas que caían a la suave tela de su cómoda cama. No lo tenía todo, no tenía una esposa maravillosa, o el salario perfecto; pero tenía suficiente. Y sabía que debía ser feliz con lo mismo. Aún así, no llegaba comprenderlo, ¿por qué? No lo sabía. Lloraba. Se entristecía, y era todo.

Al día siguiente regresaba a su trabajo, con los ojos pesados e hinchados y sus ojeras marcadas por la mala noche de descanso; obligado a aguantar sus constantes deseos de desaparecer y no regresar jamás.

Más de una vez pensó en pedir ayuda.

Nunca lo hizo. Quizás porque realmente no quería molestar, o porque no sintió que la necesitaba.

Aunque sí, lo hacía.

Necesitaba mucha ayuda.

Pero nunca pidió por ella.

Levantó lentamente su mirada hacía el baño parpadeando con mucha cautela, como si alguien le estuviera observando. Sintió miedo, y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Cerró sus ojos y volvió a sentir una lágrima recorrer su mejilla hasta su mentón, cayendo al suelo pulcramente limpio de su habitación.

No le gustaba ensuciar la alfombra, era muy bonita para ser ensuciada.

Se levantó, sorbiendo por la nariz y limpiandose con el dorso de la mano. Caminó al baño, observando sus pies descalzos. Pareció que el camino tomó eternas horas, cuando su abdomen chocó con el lavamanos.

Soltó un pequeño quejido, un "auch" bastante marcado por su voz quebrada. Cerró la puerta justo después de entrar. Levantó la vista, mirándose al espejo. La luz blanca encima suyo le daba una perfecta imagen de lo terrible que se vería a la mañana siguiente.

Y así luciría la noche siguiente a esa.

Y la siguiente.

Y la que seguía después de aquella.

Para siempre.

Toda la vida.

Comenzó a toser dramáticamente, ahogándose con su propia saliva. Se golpeó el pecho varias veces, hasta caer al suelo y finalmente detenerse.

Se levantó débilmente, harto de sentirse así. Abrió el espejo, encontrándose con las repisas que guardaban diferentes cosas. Un frasquito, pequeño y de color anaranjado. Thomas lo miró con atención, después de unos minutos, lo tomó. Abrió el frasco con desesperación y tomó un par.

A los 20 minutos, se metió a la bañera.

Con el agua al borde de la tina, el cuerpo relajado y poco o ninguno de sus sentidos activos, tomó la navaja que guardaba en la repisa a un lado de la bañera.

Un corte, lo suficiente largo y profundo para observar como la sangre se deslizaba por sus brazos hasta teñir de rojo carmesí el transparente color del agua. Soltó un quejido ahogado.

Hizo lo mismo con el otro brazo.

Y se desplomó, respirando con fuerza, cerrando sus ojos, arrugando la nariz y jadeando con miedo.

Su mundo, se tornó oscuro.





•~•~•~
Solo quise hacer algo corto, es para desahogarme más que nada. Y Thomas es mi saco de boxeo. So- yeah, gracias por leer.

ᴏɴᴇ-sʜᴏᴛs ||• ʜᴀᴍɪʟᴛᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora