–Eh, David, ¿me ayudas con las cajas?
–Sí.
Aún cuando era muy temprano, en la fonda en la que el muchacho trabajaba, el movimiento era evidente pues estaban terminando de alistar lo necesario para abrir y recibir a los clientes, incluyendo a los estudiantes de la preparatoria cercana, que a esas horas solían llegar.
Encargado de atender a las mesas, David iba y venía entregando órdenes, cuentas y bebidas, sumergido de lleno en su labor hasta que el arribo de aquella muchacha lo hizo descolocarse al mirarla. No sabía su nombre, sin embargo hacía tiempo que lo tenía bien flechado.
El primer encuentro fue casual. Ella había llegado al sitio para comprar algo para beber y fueron apenas unos instantes pero sólo eso le bastó para tenerla presente en su pensamiento incluso tiempo después.
Con el pasar de los días, al verla ir y venir por la misma vereda, en medio de estudiantes que portaban el mismo escudo, supo que asistía a la preparatoria que se encontraba no muy lejos de allí. Desde entonces procuraba mirar constante en aquella dirección para poder admirarla. A sus 18 años ya había tenido novias pero no había sentido algo así.
Esa mañana estaba acompañada, iba a quedarse a desayunar. Era su oportunidad de confirmar o descartar la idealizada imagen que se había formado en su cabeza sin embargo al acercarse hacia ella, todo su esfuerzo se centró en intentar "actuar natural" mientras hacía su trabajo. Desconoció en sí mismo ese lado tímido que le gritaba que si la abordaba tan repentinamente podría llegar a alejarla.
Esa lucha interna hizo que durante el tiempo que la muchacha había estado en el sitio actuara nervioso y torpe, hecho que a sus compañeros no pasó desapercibido. Haciéndole burla por la situación en cuanto tuvieron la oportunidad.
–Pero si se te cae la baba por ella. ¿Por qué no le pediste su número y ya?
–¿Con quién me andas engañando ahora? –Una compañera de ambos se acercó, en plan de juego, en cuanto escuchó la conversación.
–De la chica que estaba en la mesa 3. La que se acaba de ir.
–¿Cuál? La de la trenza o la otra.
–La otra.
–Está 2,3.
La conversación se desempeñaba sin que David interviniera realmente, solo les daba evasivas hasta que cansado y dándoles por su lado se retiró a barrer de la entrada las hojas que el viento había volado hasta allí.
Ya solo con sus pensamientos tomó del bolsillo de su pantalón un pequeño celular, ya bastante obsoleto en comparación a los recientes modelos, el cual había encontrado en el asiento donde había estado la muchacha que hasta entonces le quitaba el sueño. Lo encontró cuando fue a limpiar la mesa después de que ellas se marcharan. Había corrido a la salida intentando alcanzarlas, sin embargo no las encontró.
Intentó operar el aparato con el objetivo de buscar algún contacto al cual avisar del extravío mas no le fue posible, se había quedado sin batería. Ahora las opciones más viables eran esperar a que ella viniese a preguntar por él, o que él, si es que tenía la suerte de volver a verla pasar, se lo entregaría.
Podría hablar con ella.
Descartando aquel pensamiento decidió reportar la situación a su jefe y entregarle el dispositivo.
Lo demás aconteció con normalidad dentro de su rutina. Al menos hasta que estuvo cerca la hora en que ella, calculó, pasaría, por lo que estuvo mirando hacia la vereda de manera continua y creyendo que ese día no le sería posible verla otra vez, escuchó a su compañero gritarle:
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MEMENTO MORI
ParanormalDespués de que su vida terminara de manera abrupta, Camila aparece en lo que parece ser ¿¡Una recepción!? Antes de que pueda pasar a donde sea que vaya a ir necesita concluir con un asunto pendiente en compañía de un joven que será su guía en aquel...