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Berenice toco la puerta de la habitación de Mina. Ella estaba sentada en la cama. Recordando todo o que pensó había dejado atrás.

-Mina, pensé que te entusiasmaría la idea de regresar al lugar donde creciste y aprendiste tanto- dijo sentándose en la cama suavemente.

Mina no respondió.

-Podrías al menos explicarme por qué? - pregunto la mujer.

-No. No me gusta hablar de mi pasado. Yo preferiría dejarlo todo atrás- dijo ella sin mirarla.

-Pero ¿es tan malo que en serio no quieres decírmelo? -

-No puedo- susurro.

Berenice pensó que era mejor dejar a Mina sola. Se levantó y antes de salir le dijo:

-Creo que debes pensarlo mucho, Mina. Es una gran oportunidad, no dejes que los malos recuerdos arruinen tu carrera- salió y cerró la puerta con suavidad.

Segundos después se escuchó la puerta de la entrada cerrarse y Mina supo que Berenice se había ido.

-Él no es solo un mal recuerdo- dijo suavemente mientras unas lágrimas salían de sus ojos.

Sus memorias la llevaron años atrás cuando ella era una adolescente de 15 años.

Estaba ensayando con su maestro, quien solo le había dicho que se llamaba Erik.

No dijo nada más, acerca de él y ella comprendió que lo mejor era guardarse todas esas preguntas y curiosidades por él, muy dentro de su mente.

Comenzaba a gustarle. Era un poco antipático, respondía sarcásticamente cuando se presentaba la oportunidad, pero en el fondo era amable, talentoso y la hacía reír.

Mina sintió algo extraño cuando en una oportunidad había cantado tan bien que él le acaricio la cabeza. Ni siquiera su padre le había brindado esa clase de afecto.

Sintió algo en su corazón desde ese día. No sabía que era, pero quería volver a sentirlo, y sentir la caricia del maestro una vez mas o muchas veces más si era posible.

Ese día mientras ensayaban un ruido se escuchó ligeramente por la casa de su maestro. El la hizo detenerse y le dijo que se quedara ahí.

Ella hizo caso, pero su maestro nunca volvió. Ella estaba angustiada. Por lo regular ella se iba cuando Erik tardaba mucho en aparecer, significaba que no deseaba verla hasta que el la llamara de nuevo, pero en esa ocasión ella no supo si algo le había pasado. Cualquiera se habría ido pues eran más de las 12 de la noche, según su reloj de muñeca. Pero su maestro no volvía.

Preocupada fue por la misma dirección donde su maestro había ido, pero no pudo encontrarle. Había muchos caminos que aún no conocía, asustada de perderse decidió regresar, estaba a punto de llegar cuando a lo lejos lo vio. Se veía cansado. Como si hubiera cargado cosas muy pesadas. Se pasaba las manos por los brazos.

Entonces lo vio, ¡No llevaba la máscara! Y vio su rostro.

Ella nunca lo iba a olvidar. Un lado de su cara estaba deformado y se veía tan mal que...

Solo pudo tapar su boca asustada por el shock. Cualquiera habría gritado. Pero ella aprendió gracias a su padre, que, si gritaba al asustarse, le iba peor.

Se escondió tras una pared donde él no podía verle. Ignoró por completo si Mina se había ido o no. Estaba cansado. Se quitó el saco y abrió la camisa.

Mina miro esto un poco asustada y avergonzada. No debía de estar ahí, pero siguió mirando.

Era la primera vez que sentía su corazón latir tan fuerte, y sentía cosquillas en la entrepierna.

La cara era un problema muy grande, pero, el cuerpo...era una cosa diferente.

¿así es como se veían los hombres sin camisa?

Decidió que ya era suficiente, o la descubrirían y con mucho cuidado y con la cara roja regreso a los dormitorios de las bailarinas. Entro en el baño primero para refrescarse y cepillarse los dientes.

Al salir de los baños vio las camas de sus compañeras y a ellas ya acostadas durmiendo. Se sentó en su cama y comenzó a desvestirse con cuidado de no hacer ruido. Se puso el pijama y se metió a la cama.

No se dio cuenta tampoco de que era observada también mientras se vestía.

Al día siguiente durante el ensayo. Pregunto a una de sus compañeras más cercanas acerca de lo que estaba sintiendo la otra noche.

- ¿Viste a un hombre desnudo? ¿Dónde? - pregunto sujetándola de los hombros con una sonrisa.

-E-En los camerinos sin querer, ¡y no estaba desnudo! - le dijo ruborizada

-Bueno, cielo. Eso que sentiste es muy normal. Significa que estas creciendo y te estas convirtiendo en una mujer... que desea a un hombre- dijo riendo


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La primera MusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora