Capitulo 2: Hitoshi en la tierra oculta de los tigres

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- ¡Ese mocoso, salvar a esta tierra! ¿que chiste es este? - dijo Kyagra a modo de burla - ya dejese de bromas tigre abuelo, esta muy anciano para eso.

- ¡Kyagra, ¿como te atreves a faltarle al respeto al gran tigre abuelo?! - le reclamó Zagra a su hermano mayor.

- Oh, está bien Zagra - respondió el gran tigre abuelo - Pero Kyagra, quisiera que me digas ¿cuando he bromeado con respecto al destino de nuestra aldea.

- Pero gran tigre abuelo, usted no esperará que yo crea que ese mocoso...

- Oh yo no espero nada de ti Kyagra - le respondió el tigre abuelo - del que espero es de ese humano al que tanto menosprecias... Pero ahora que lo dices si espero algo de ti, quiero que cuando le toque luchar por proteger esta aldea a este joven humano confíes en él y que lo apoyes y además...

- ¿Además qué? - le interrogó Kyagra.

- Alguien debe entrenar a este joven para que pueda cumplir con su cometido. Kyagra, Zagra, quiero que cuiden de este humano y que lo entrenen para que aprenda senjutsu.

- ¿Senjutsu? - repitió Hitoshi con curiosidad.

- Gran tigre abuelo - le reclamó Kyagra - no sabemos nada de este joven humano, ni siquiera sabemos si soportará el senjutsu.

- Pues, la vida se basa en riesgos ¿O no es así Kyagra?

- Esperen - interrumpió Hitoshi - ustedes me dan un cargo y una responsabilidad sin tener en cuenta lo que quiero yo, ustedes no saben lo que he sufrido, no saben nada de lo que he pasado.

- Gran tigre abuelo - le explicó Zagra - este joven humano dice haber viajado con su padre por el mar pero haberlo perdido mientras navegaban.

- Ya veo - dijo el tigre abuelo - ¿Hitoshi, verdad?

Hitoshi se sorprendió de que el abuelo adivine su nombre.

- Así es - le respondió.

- Tienes razón joven humano, yo no se nada de ti ni de lo que has pasado pero te apuesto a que se algo, y es que a tu padre no le hubiese gustado ver que te rindas, a él le hubiese gustado que continúes luchando por los propósitos que tomaron juntos, por las cosas que creyeron que iban a cumplir y las que tal vez nunca cumplirían, eso le hubiese gustado ¿o me equivoco?

Hitoshi se quedó en silencio un momento.

- No, no se equivoca, eso es justo lo que hubiese querido mi padre, verme luchar y superarme, tener un propósito y metas como ninja y luchar por ellas.

- Bien, entonces ¿Que decides hacer?

Hitoshi volvió a estar en silencio un momento.

- Me quedaré aquí con ustedes por un tiempo y cuando llegue el momento en que deba defenderlos lo haré. Luego de eso, cuando me sienta bien volveré a mi tierra y ayudaré a mi gente, y los ayudaré aunque no deseen mi ayuda. Esa es mi decisión.

- ¿Oíste eso Kyagra? - preguntó el gran tigre abuelo.

- Si, lo escuché, el muchacho tiene agallas.

- Así es, ahora tú y Zagra deben llevárselo y entrenarlo para que esas agallas tengan un poder que las respalde. Cuidenlo como si fuese uno de nosotros. Les deseo buena suerte.

- Bien - dijo Kyagra - muchacho hagamos esto antes de que me arrepienta. Pero primero comeremos algo, estoy seguro que debes tener hambre.

A Hitoshi le sonó el estomago en señal de que efectivamente tenía hambre.

- Bien entonces iremos a casa y comeremos algo. Hitoshi, Zagra ¡vamos!

Ya en casa de Kyagra y Zagra, Hitoshi devoraba varios platos de comida en la mesa, mientras Kyagra se reía y Zagra cocinaba más comida.

- ¡Esta deliciosa! - exclamó Hitoshi.

- ¡Ja ja ja! - rió Kyagra - púes claro que si porque nosotros los tigres blancos de la tierra oculta tenemos las carnes mas deliciosas de cerdo, de cebra y hasta de elefante.

- Es exquisita - dijo Hitoshi.

- ¡Ja ja ja! Cada vez me agradas más muchacho pero hablando en serio es muy importante que tengas un gran apetito si quieres dominar el modo sabio del tigre, así que ¡vamos, muerdele la cabeza a esa carne de elefante!

Cuando terminaron de comer Kyagra en compañía de Zagra se llevaron a Hitoshi al lugar en donde entrenarían, este era un lugar con hierba muy alta en el cual había también un pantano y varias estatuas gigantes con forma de tigre.

Hitoshi fue sometido a un fuerte entrenamiento con Kyagra entrenándolo como su maestro y luego de unos meses Hitoshi aprendió senjutsu, dominando el modo sabio del tigre. Luego de esto Zagra lo entrenó enseñándole además un nintaijutsu conocido como la armadura rayo del tigre.

Pasado un tiempo Hitoshi vivía tranquilo con Kyagra y con Zagra. Hitoshi era feliz, se había olvidado de su clan e incluso del dolor que le causaron las muertes de sus seres queridos.

Un día Hitoshi daba un paseo con Zagra cuando pasaron por el lado de unas flores extrañas, Hitoshi le preguntó a Zagra si estas flores sirven para algo y esta les respondió que si que esas flores son medicinales y son muy buenas para cicatrizar heridas. Hitoshi se acordó de sus antiguos experimentos y le pidió a Zagra que lo siguiera.

Se dirigió entonces a los restos del barco en el que viajo con su padre, y allí encontró sus experimentos con células de Hashirama. Entonces Hitoshi lo combinó con las flores medicinales de la tierra de los tigres.

- ¡Lo logré! - exclamó Hitoshi.

- ¿Qué cosa? - le pregunto Zagra.

- Creé una fórmula medicinal con la que puedo regenerar células e incluso algunas partes del cuerpo. Puedo decir que este es un gran descubrimiento curativo para el mundo ninja. Zagra, con esto podemos salvar a varios de nuestros amigos que antes no podíamos.

Zagra sonrió observando a Hitoshi y abrió sus labios para decirle algo pero en eso un joven tigre los interrumpió, este era Dugra que corrió hacia ellos gritando.

- ¡Hitoshi, Zagra!

- ¿Que sucede Dugra? - le preguntó Hitoshi.

- Vengan rápido necesitamos su ayuda se trata de una serpiente gigante.

- ¿Una serpiente gigante? - repitió confuso Hitoshi.

- A pesar de que nuestra tierra es la más segura en cuanto a su ubicación muchas veces las serpientes de la cueva oculta logran invadir nuestro territorio y atacarnos - le explicó Zagra a Hitoshi.

- Ya veo - dijo este. Y los tres se dirigieron juntos a la zona en donde la serpiente estaba atacando. Al llegar estos vieron como la enorme serpiente morada atacaba a los tigres con sus colmillos, los tigres contraatacaban, pero la serpiente era mucho más grande que todos ellos.

Hitoshi entonces se transformó en modo sabio y se abalanzó contra la serpiente dándole un fuerte puñetazo lo que emocionó a los tigres, luego golpeó a la serpiente mandándola a volar muy lejos fuera de su tierra dando a entender Hitoshi así que había superado a los tigres de la aldea.

- Lo hiciste bien Hitoshi - le dijo Kyagra.

- No me digas que esta era la profecía a la que el abuelo se refería, eso fue muy sencillo.

- Si lo fue o no ya no importa - le respondió Kyagra - lo importante es que estas con nosotros y que te has vuelto parte de nuestra familia.

- ¡Si! - le respondió Hitoshi sonriendo.

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