Combate en el coliseo.

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A la mañana todos los guerreros se levantaron o fueron levantados por los soldados. Se pusieron su armaduras y se equiparon con sus armas. Cuando terminaron fueron enviados al coliseo que estaba afuera de la ciudad. Cuando llegaron los hicieron esperar debajo de las gradas por un rato. En un momento Juanides se acercó a Olopa y le dijo.

- Oye, eres bueno con el arco, pero también tendrás que usar una espada si es necesario¿Sabes usarlas?

- Claro. A los 15 quedé solo y tuve que defenderme de los ladrones. Aunque no lo creas, soy un buen guerrero- Juanides asintió.

- Tienes que estar muy concentrado.

- Desde luego¿Por qué me lo dices?¿Acaso te agradó y te preocupas por mí?

Juanides solo se volteó y se giró sin decir nada. Olopa negó divertidamente. El hijo de Apolo estaba equipado con una armadura negra y con partes de cuero y solo estaba armado con su arco y flechas. Juanides llevaba su lanza y escudo en mano y su espada estaba enfundada. El hijo de Atena le prestó atención a Maseo, que se encontraba a unos metros afilando su hacha. El guerrero tenía el pecho descubierto y sus armas eran un hacha y un maso. Luego de un rato los hicieron pasar a la arena. Las gradas estaban llenas. Había un palco donde se encontraban Siris, Cira, el rey Leno, los poetas y otros miembros políticos importantes. El palco estaba a unos metros de altura de la arena. Olopa notó instantáneamente al rey, lo miraba fijamente pero éste no mostraba una "corrupción" de Hades. Al contrario, se veía gordo, holgazán e inofensivo. Parecía la clase de hombre que hacía las cosas que dijo Siris. Al pensar en ella la miro, no podía olvidar lo del día pasado, la conversación que tuvieron. El sentimiento que tuvo en ese momento volvía y se hacía más fuerte mientras la miraba. Juanides notó la mirada perdida de Olopa y le dijo.

- Oye, no ganarás si solo piensas en ella. Tienes que concentrarte.

Olopa salió de su trance y asintió con la cabeza. Los guerreros, que eran más de 100, se dispersaron por la arena. Un cuerno sono y todo el mundo le prestó atención al palco. Siris se levantó de su asiento.

- Muchas gracias por asistir al evento. Éste no es un evento cualquiera. Es el comienzo de algo grande, el comienzo de una Grecia unida. Y como todo gran evento, se lo dedicamos a los dioses Apolo y Elios, para que puedan perdonar los errores de nuestros antepasados y eliminar éste eterno frío.

Siris, al igual que algunas personas en las gradas, comenzó a citar una oración para Apolo. Olopa sentía raro que oraran para su padre, decidió bajar la cabeza y quedarse callado para demostrar respeto, como la mayoría de los guerreros. En cambio, Juanides no venía a combatir para los dioses. Escupió en la arena, cosa que más de una persona notó. Cuando la oración terminó, el rey Leno se levantó de su asiento y levantando una copa con vino dijo.

-¡QUE COMIENCE EL COMBATE!

Sonaron unos cuernos y el combate comenzó. Los guerreros empezaron a pelear unos contra otros. Los poetas comenzaron hablar entre ellos. Preguntaron si había algun guerrero conocido. Siris respondió que estaba "Juanides de Ítaca" mientras lo señalaba. Los poetas y algunos soldados posaron su mirada en el. En la arena un guerrero venía corriendo hacia Juanides para golpearlo con su espada pero el semidiós fue más rápido y le clavó su lanza. Otro atacó desde atrás pero Juanides bloqueo el golpe con su escudo y le clavó la lanza en la garganta. Un tercer hombre se acercó, Juanides lo golpeó en el pecho con su escudo, ésto hizo que el hombre retrosediera. El príncipe rápidamente golpeó al hombre en los pies con su lanza para que cayera y luego se la clavara. Varios hombres se acercaban al semidiós, pero éste los mataba fácilmente. Otros guerreros que resaltaban eran Maseo, Kabu, entre otros. Siris prestó atención a un arquero en especial, Olopa. El joven no iba a pelear, el esperaba que vinieran a él. Varios hombres se acercaron pero Olopa les disparaba sus flechas en lugares como el hombro, el tobillo o los brazos, solo para no matarlos, aunque igual morían por culpa de los demás guerreros. Los hombres que lograban llegar hasta el intentaban golpearlo, pero Olopa lograba esquivar los golpes y bloquearlos con su arco. También daba fuertes golpes con este y sus puños, rompiéndole los huesos a los hombres. La técnica de lucha de Olopa era bruta y descuidada, pero gracias a sus precisos disparos, su agilidad y fuerza, lograba ganar y superar a los demás.

JUANIDES Y OLOPA: EL MITO PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora