La espera da frutos

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Los tres protagonistas habían llegado al pueblo troyano. Éste era inmenso y ésto sorprendió a Siris y a Cira, quienes nunca habían cruzado el bosque. Mirando a su alrededor Siris dijo.

- Es increíble que un pueblo sea tan grande.

Cira miró a Olopa y dijo.

- Si, pero no tenemos tiempo de conocerlo. Necesitamos un lugar donde quedarnos y pasar la siguiente noche.

Olopa asintió y dijo.

- Conozco un lugar.

Luego de decir eso las llevo a la misma posada dónde él y Juanides habían pasado la noche después de matar al Minotauro. Dejaron los caballos en el establo y pidieron una sola habitación para los tres por todo el día y la noche, ya que solo les alcanzaba para una noche pero la dueña del lugar reconoció a Olopa como uno de los dos héroes que mataron al Minotauro, entonces les ofreció quedarse todo el tiempo que quisieran. Los tres agradecieron y pasaron a la habitación. Una vez allí dejaron sus cosas y Cira dijo.

- Debemos prepararnos para la guerra, no podemos huir siempre.

- Si ¿pero como?- pregunto Olopa.

- Debemos avisarle a los troyanos sobre la guerra. Debemos decirle a su gobernador-dijo Siris.

Olopa se sentó en la cama juntó a Siris y dijo.

- Dudo que nos crean.

- Yo hablare con él, y si no algo se nos ocurrirá. Pero no permitiré que está gente inocente muera a manos de mí ejército.

Cira se acercó y dijo.

- De acuerdo, pero ni si quiera se quién es el líder o gobernador de aquí.

- Yo tampoco- dijo Olopa para después levantarse y caminar por la habitación para pensar.

Siris miró a Cira y dijo.

- Lo mejor es que salgas a preguntar por el pueblo, diles que buscás a su gobernador porque la princesa Siris quiere hablar con él con suma urgencia.

- ¿Pero por qué yo?- preguntó su amiga.

Siris la miro fijamente y señaló a Olopa con la mirada rápidamente y volvió su mirada a Cira. Su amiga comprendió al instante y le dijo.

- Ya veo, entonces iré yo.

- Gracias- dijo Siris susurrando.

Cira salió de la habitación para ir a preguntar al pueblo cómo podía hablar con el líder o gobernador del lugar.

Cuando Cira salió, dejo solo a los dos enamorados. Siris notó como Olopa se mantenía callado con una mirada triste hacía abajo, entonces decidió llamarlo.

- Olopa, ven siéntate.

El semidios levanto la mirada y obedeció a la princesa.

- Te extrañé tanto. Le recé a los dioses todos los días para que te protegieran.

- Creó que funcionó- dijo sonriendo, luego bajo la mirada y dijo- Cuando Cira nos contó lo que pasó pensé que nunca más te volvería a ver.

- Tranquilo- dijo tomandole la mano- Yo nunca temí eso, porque sabía que vendrías a mí rescate.

Olopa levanto la mirada y ambos se sonrieron por unos segundos, pero Olopa volvió a poner esa cara de tristeza y de amargura con la mirada baja que tanto le molestaba a Siris al verlo así, entonces decidió preguntar.

- ¿Hay que algo que te molesta, Olopa?

- No, no me molesta....me está matando. Es algo terrible que hice.

JUANIDES Y OLOPA: EL MITO PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora