En dicho reino existieron dos hermanos, tan diferentes el uno del otro hasta en las emociones que recibían de los demás. Uno era rodeado de amor y el otro era rodeado de odio.
Miro a los lados mientras con cuidado me acerco a Molly que permanece en la puerta. Su mirada se hace calidad justo en el momento en el que una sonrisa surca sus labios.
—Está increíble señorita —miro hacia abajo y hago una mueca, odio los vestidos.
No respondo para no demostrar mi malestar de andar con dicha prenda mientras ella se dispone a salir de la habitación para guiarme a la sala principal donde se presentarán los reyes.Paso varias veces las manos por el vestido alisándolo para quitar alguna paja invisible mientras con la misma mano la coloco en la frente. Gimo levemente.
Hace unas cuantas horas luego de haber sido golpeada por el príncipe heredero con una pelota de béisbol, fui traslada a la enfermería del palacio, el golpe no me había ocasionado nada que no fuera solucionado con una pomada pero era obvio que el impacto de dicho objeto había dejado un adorno en mi frente y un latente dolor que por el momento no había desaparecido del todo. Tuve que soportar durante todo el almuerzo y el resto de la tarde a Laura y Yude burlarse de mi nuevo chichón.
Pero el problema no consistía en eso porque sabía que en cuanto me vieran en unos minutos volverían a burlarse, el mayor problema radicaba en lo ridícula que me vería presentándome con Mr. Chichón ante la familia real, sinceramente más hermosa de ahí no podría estar.
Al llegar al comedor principal ya se encontraban Mis hermanos y el príncipe Darrie los cuales charlaban amenos. Al notar mi presencia las sonrisas de los dos traidores no se hicieron esperar, Darrie quien se encontraba casi a la cabeza del lado izquierdo junto a Laura pasó una mano por su rostro tratando de ocultar sin mucho éxito una sonrisa.
—Está realmente hermosa hermana —dijo con gracia Yude, no pude evitar lanzarle una mirada asesina.
—Creo que deberías participar en el Miss Universo, de seguro y ganas con eso —rió Laura a lo que Darrie tratando de ser el más cuerdo chocaba su hombro amistosamente.
—Solo cállense —gruñí.
Molly se acercó a una silla al lado de Yude en la parte derecha de la mesa dando a entender que ese sería mi lugar en la mesa. Caminé a pasos apresurado pero algo de improvisto me hizo detener justo a tiempo en el que un cuerpo tropezaba con algo y caía frente a mis pies.
Miré al cuerpo desconcertada mientras reconocía una cabellera gris que se levantaba con torpeza. Laura y Darrie que antes habían escuchado el golpe seco ya estaban a mi lado.
—Anton ¿Otra vez? —preguntó su hermano preocupado mientras lo ayudaba a ponerse de pies— debes tener cuidado por donde caminas.
Este río entre dientes mientras colocaba su mano detrás de la cabeza apenado.
—Pensé que llegaba tarde, no pude evitar correr —miró a su hermano quién empezó a reír levemente.
—No tenemos tanto de haber llegado, eres la quinta persona en llegar luego de Liana, los reyes no tardan al venir —dijo quitándole importancia, el príncipe Anton dejó de mirar a su hermano para poder fijar su mirada en mí.
Tal como al principio sus ojos verdosos se abrieron a la par tanto que por un momento pensé que se saldrían de lugar mientras se acercaba con rapidez a dónde me encontraba.
—Oh no, realmente me disculpo por eso —dijo y por un momento no pude evitar mirarlo confusa hasta que esté empezó a acercar su mano a donde se encontraba Mr. Chichón por lo pude entender a lo que se refería.
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El príncipe que era feo ©
RomanceHace mucho, mucho tiempo, pero no tanto, existió un príncipe que era tan feo pero tan feo que era la burla de su propio país. No todos los cuentos tienen al príncipe que todas soñamos; ojos azules como el zafiro, cabello rubio como el sol y una son...