El sol brillaba en lo alto del cielo, aquella mañana de domingo, la plaza principal estaba llena de pequeños puestos artesanales, los turistas contemplaban las bellas artesanías, la música folclórica se escuchaba en un rincón mientras parejas danzaban aquel baile tradicional tan característico de aquel estado de Yucatán, una hermosa criatura miraba asombrada todo aquello, vestía un blanco vestido de algodón, sin mangas, fresca para aquel caluroso día, sus sandalias cafés le permitían andar con soltura, su cabello semi ondulado se movía sin parar, una pequeña mochila colgaba en su espalda mientras andaba sin prisa, su felicidad era tan contagiosa que a lo largo de su trayecto recibió múltiples sonrisas, sus ojos chocolates miraba a los niños dar de comer a la palomas.
-mira a esa chica- le dio un codazo a su amigo- esta hermosa.
-hermosa es quedarse corto, DIOS esta buenísima- murmuro un joven peliplata.
-rayos, lástima que estamos aquí por tarea- murmuro el pelinegro.
-carajo Naraku ni me lo recuerdes- se quejó el otro- se supone que las chicas se encargarían de las entrevistas.
-pero no pudieron, así que más nos vale empezar o nunca terminaremos- tomo su libreta y empezó a andar.
-espera- lo detuvo- porque no la entrevistamos a ella- sonrió mirando a la pelinegra caminar hacia ellos.
-te atreverías- reto su amigo- ¡vas!
POV KAGOME
No puede ser era mi primer día en la tierra, ahora que tenía 17 años se me permitía bajar una vez al mes, este lugar era el preferido para nosotros, era tan rustico, la gente no estaba tan corrompida como muchas otras partes, la fe de este lugar aún lo mantenía hasta cierto punto puro, aunque nunca faltaba el demonio que osaba intentar hacer flaquear a los humanos, suspire y levante la mirada, encontrándome con un par de ojos dorados y una sonrisa que me hizo ruborizarme, un humano me miraba fijamente, me detuve aterrada de que supiera que era yo.
-Hola- hablo parándose frente a mí- podrías contestarme una pregunta, es para una tarea- hablo rápido el chico.
-sí, bueno- mencione nerviosa.
-bueno Miroku listo para gravar- su voz me erizo la piel- ¿Cuál es tu nombre?
-Kagome, pero puedes decirme Kag- sonreí tendiéndole mi mano.
-Sesshomaru-contesto sintiendo una paz al tocar su mano.
-y la pregunta es- dije soltándolo, el viento desarreglo mi cabello y me pase un mechón tras de la oreja.
-bien- traga saliva al ver su acción- ¿Por qué es de tu interés venir a la plaza grande un domingo?
-bueno- observe como el otro chico me grababa- es una oportunidad para ver las artesanías del estado, además la gente es servicial, lo que hace grato el paseo, también te hace conocer más sobre este estado, permitiendo observar el baile típico en contraste con la de otros lugares, en pocas palabras si quieres pasar una mañana profundizando en tu cultura, la plaza grande es una gran oportunidad.
-jajaja sonó a comercial, me encanta- dijo su amigo sonriendo.
-oye no la fastidies-regaño Sesshomaru- disculpa a mi amigo, gracias por tu ayuda.
-de nada, bien adiós-sonreí y me alejé de ellos.
Avance unos pasos perdiéndome entre la gente, cuando choque con un cuerpo, levante la mirada y mi disculpa se quedó a medias al encontrarme con los ojos azules de mi maestro.-Kagome- menciono y clavo la mirada en los chicos que se encontraban lejos de nosotros- sabes que esa cámara no revelara tu forma humana, cierto.
-si- murmure apenada-pero me dio pena negarme.
-tan noble como siempre- dijo y se dio la vuelta- es hora de regresar.
Lance una última mirada atrás y sonreí al ver al ojo dorado hablar con su amigo, me apresure y alcance a mi maestro, caminamos por una calle, hasta llegar a los famosos arcos de la ciudad de Mérida, una vez que las atravesamos dejamos de ser visibles para la gente, él se elevó primero, sonreí extendiendo mis alas y volé hasta el cielo.
Al día siguiente me encuentro en mi blanco salón, el maestro está contando la historia que nos tiene aquí, somos parte de un grupo de elegidos para cumplir una misión importante.
‘Hace muchos años en el cielo se dio una gran rebelión, algunos ángeles lucharon contra los designios de dios, queriendo sentirse poderosos, al igual que él, Dios envió a su ejército celestial para expulsar del cielo a aquellos que pretendían mal encaminar y destruir la fe en los humanos, estos ángeles fueron enviados al infierno por su ofensa, volviendo sus alas negras, dejando la pureza para volverse seres impuros, llamados demonios.Satanás se burló de Dios, desde entonces los demonios o ángeles negros, se encargan de corromper a los humanos, aunque estos no los pueden ver, se filtran en su mente, llevándolos a caer en tentación, alejándolos de Dios y acercándolos a Satanás, el mundo siguió su curso, una pelea contante entre el mal y bien se lleva en la tierra, sin que los humanos lo sepan, a diferencia de estos, los Ángeles no pueden interceder en las decisiones de los humanos, debido al libre albedrio que Dios les dio, solo pueden caminar a lado de aquel a quien deben proteger, esperando que piden ayuda a Dios para actuar, pero esto solo lo logran aquellos Ángeles que cumplen con la formación adecuada’
-bien chicos esta es la razón de que estén aquí- menciono el Arcángel Bankotsu cerrando el gran libro sagrado- ustedes están a un año de cumplir 18, entonces se les, asignará a su protegido.
- ¿Cómo nos lo asignan? -pregunto curiosa Sango, mi amiga.
-no coma ansias señorita Sango- dijo el maestro Bankotsu- antes de saber ello, hay reglas que deben conocer, recuerden que ahora se les permite visitar la tierra, ¿Cuáles son las básicas?
-nunca usar poderes- menciono Ayumi acomodando su lente, que, aunque no necesitaba decía que era una costumbre difícil de dejar.
-nunca revelar lo que somos- dijo Sango.
-nunca crear lazos con los humanos- menciono Koga.
-ese es muy importante, recuerden que, aunque dios nos deja bajar, siempre debemos tener presentes nuestras obligaciones y limitaciones como Ángeles- escucho el timbre- bueno nos vemos mañana, no olviden su oración esta noche.
Por ser la última clase todos nos dirigimos al comedor, me senté con Sango quien empezó a platicarme sobre Brasil, lugar al que había ido el día anterior, la morena de mi amiga traía sangre latina tatuado en su ser, yo, a diferencia de muchos en mi transición había perdido mis recuerdos, ¿quién fui en mi vida humana?, sobre mi familia, amigos, gustos, nada absolutamente nada podía recordar.
Los días van pasando, esa tarde dejo a Sango, miró a todos lados, el área oeste del cielo esta desierta a esa hora, me lanzo a una nube, extendiendo las alas blancas que aparecen al dejar la tierra sagrada. Si Dios se entera de aquello estaría en graves problemas, pero no podía evitarlo, hace unos días me pase a caer del cielo por andar inclinada mirando a la tierra, por un segundo me pensó perdida, pero gracias a esa nube logre seguir conservando las alas, me acuesto en ella, con los codos flexionados y la cara en las manos, sonrió al ver al chico peliplata, camina con su amigo, se ve feliz, desde aquel día no he podido apartarlo de mis pensamientos, eso es malo, me giro boca arriba y me encuentro con unos ojos azules.
-vaya señorita Kagome, sabe que está en problemas- dice con el ceño fruncido.
-si maestro- respondo y me elevo al cielo de nuevo.
-este fin de semana he de restringirle su salida- menciona serio una vez que llegamos a los territorios sagrados.
-bien- digo con la cabeza baja.
-puede retirarse y no olvide pedir perdón a nuestro Dios por la falta- me sugiere.
Camino apenada, nunca antes había faltado a las reglas, no debería dejar que me afecte tanto un humano, me regaño y me dirijo a mi habitación.
-Ser un Ángel guardián es importante para mí- pienso mirando todo el reino de dios, elevado majestuosamente.
Continuara…
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Mi pecado es AMARTE
FanfictionYo deseaba ser un ángel guardián, miraba a los humanos con admiración, pero cuando me crucé con sus ojos dorados todo en mí cambio. Un demonio aferrado a corromper a un ángel y una profecía que puede llevar al apocalipsis.