A un paso de caer.
Y el aire sedoso acariciaba cada parte de mí.
Y así entendí que ya no me pertenecías. Qué ya ni siquiera yo lo hacía.
Porque somos del tiempo. Somos del cielo que nos vio crecer.
Y estoy deseoso de saber que hay en el otro lado. De saber cómo es una vida sin ti.
Porque el dolor deja de ser si quemas aquellos miedos que aprestaban tu alma. Tu espíritu.
Y salté.