Capítulo 1: La apuesta

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Capítulo 1

La apuesta

Absorbo una línea de cocaína del pecho de una chica de cabello negro, le extiendo el improvisado sorbete hecho de un billete de 10 y me quedo mirando a la multitud, mientras siento su lengua en mi cuello.

Me alzo otro vaso lleno de vodka de nuevo, vierto hasta la última gota de la botella en mi boca. Logro ver a las chicas vestidas de ratones y conejos con un margen borroso. Visualizo a una chica que bailaba sola en su vestido negro, su cabello llegaba al final de su espalda y podía ver sus delicadas curvas ser cubiertas por la tela, ella nota mi mirada y abre sus ojos al ver como la chica estaba yendo a mi pantalón. Quito la mano de la chica en mi costado y me levanto a donde estaba esa joven tan hermosa.

—Hola, guapa —digo mientras veo sus ojos verdes que hipnotizan—, impresionante mirada la tuya.

La veo asentir y sonreí mientras baila cada vez pegada más a mí. Escucho el cambio de canción y me acerco a esos labios rosas.

La beso.

El olor del alcohol era familiar, tequila, tenía su sabor y olor. Ella también estaba ebria.

—Tengo que irme —informa luego de besarnos por un par de canciones y niego rotundamente.

—¡No! ¿Cómo te llamas?

—Me llaman Bonny —Me río ante sus palabras «como una mascota», ella niega molesta y empieza a marcharse. Me asusto y por inercia extiendo mi mano para alcanzarla.

—¡He! No te vayas —Su molestia se notaba «no me dejes», la miro suplicante—, por favor perdóname —digo rogando.

—Bien —Afirma y repite—, tengo que irme —. Vuelvo a negar y me acerco para besarla con más añoranza. 

—Deja que te haga mía —susurro a su oído, ella da un paso atrás y lo piensa, siento como su respiración se acelera y se fuerza. La música empezaba a sonar más fuerte.

—Tengo que irme —Repite nuevamente y sonrío. Ella no dijo que no. Agarro su mano y empiezo a ir rumbo a una puerta que dice "Solo personal autorizado".

Una vez dentro del lugar lleno de botellas, entre vacías y llenas, estábamos los dos. El sonido de la música cesó y solo nuestra respiración se escuchaba como una melodía placentera.

El alcohol y la cocaína en mi sistema me forzaban a necesitarla, como si ella fuera la gravedad que me mantiene pegado. La acorralo contra la puerta y empiezo a besarla, bajo mis manos por su vestido y siento como su ropa interior estaba mojada.

—¿Tienes condones? —Asiento ante su pregunta mientras meto una y otra vez mis dedos para prepararla. La siento retorcerse

—Sé gentil —Vuelve a pronunciar con voz ronca.

Bajo mis pantalones y coloco el preservativo en mi miembro, alcé su pierna y ella la entorna en mi cadera.

Sonreí.

Entro en su interior húmedo y apretado.

—Tan apretada —murmuro—, me gusta —Su mirada perdida y su agarre feroz con sus uñas empezaba a preocuparme.

—Duele —musita claramente, me detengo. ¿Soy muy grande para ella?

El terror me invadió «era virgen».

Me sumí en la desesperación.

—No mencionaste que fueras virgen —expresé desconcertado.

—Te pedí que fueras gentil —Veo unas lágrimas caer de sus ojos rojizos por el momento, bese su frente y luego sus labios en disculpa.

MI PEQUEÑO GRAN AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora