III. Te Quiero

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Eita.

Aquella chica me resultaba extrañamente familiar, aunque tratándose de una amiga de Jereth, seguramente la había visto en alguna foto que en algún momento él me había enseñado.

Debía reconocer que esta niña tenía un talento increíble para bailar, su precisión, su fuerza, su estilo... verla bailar en verdad era un espectáculo digno de apreciar. Logró atrapar mi atención con cada paso que realizaba.

Luego de aproximadamente una hora, mis pasos de baile se iban debilitando cada vez más, no me sentía bien. Mi vista se nubló y fui perdiendo el equilibrio, hasta que finalmente caí.

Astrid.

Durante la clase, se escuchó un fuerte golpe, haciendo que volteara a ver que era lo que había pasado. Uno de mis alumnos, Eita Matsumoto, se había desamayado. Corrí a ayudarlo. Toqué su frente y me sorprendí al sentir que esta estaba hirviendo.

— Jereth, en mi casillero están unas cuantas toallas, toma una y ve a remojarla por favor. — hablé asustada.

— Enseguida, Astrid.

Mientras Jereth realizaba lo que le había pedido, me quité la chaqueta que estaba usando y la enrollé para crear una especie de almohada, levanté su cabeza para apoyarla sobre mi chaqueta, pero algo me llamó la atención.

Eita tenía un tatuaje en su nuca.

Ahora recuerdo; el chico del autobús, era él.

Mis manos sudaron frío y acaricié su rostro delicadamente.

— Volví. — llegó Jereth, arrodillándose en el piso al lado contrario de donde yo me encontraba, quedando frente a mí.

Eita.

Desperté y vi a un montón de gente rodeándome, observando como la maestra me colocaba una toalla humedecida con agua tibia en la frente. A mi lado se encontraba Jereth, arrodillado.

— Hermano, ¿Te encuentras bien?

Retiré la mano de la Sta. Anderson junto al molesto pedazo de tela antes de reincorporarme.

— ¿Eita? ¿Cómo te sientes?

Noté la preocupación de la chica en cuanto la vi a los ojos, unos hermosos ojos canela.

¡Es ella! La chica de los hermosos ojos canela.

Que gusto volver a verte, Astrid Anderson.

— Estoy bien, gracias por preocuparse. — me levanté del piso. — ¿Qué fue lo que me pasó?

— Estabas bailando y de la nada te desmayaste. — dijo uno de los chicos que me rodeaban.

— Deberías ir a descansar en tu casa. — sugirió Astrid.

— No, no, No es necesario. Me sentaré por allá, sigan con la clase. — caminé hacia un rincón de la sala y me senté.

— Es todo por hoy chicos, nos vemos el día de mañana. — habló mi maestra.

Jackson.

Iba de camino a la oficina de Daniel Williams, para una reunión que habíamos programado una semana atrás, allí aprovecharía para preguntar por su nunca mencionado hijo Jereth.

Me detuve en la puerta al ver que estaba hablando con alguien más, un señor de aparentemente su misma edad.

— Sr. Miller, adelante. — se puso de pie junto a su acompañante.

— Buenas tardes, con permiso. — entré.

— Patch, déjame presentarte a Jackson Miller, uno de mis socios más influyentes.

Diamond Guy [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora