Comencé a jugar con mis manos, estaba nerviosa. Odiaba pelear con Ruggero, pero está vez estaba segura de que no era mi culpa. Me puse a la altura de los niños y me senté frente a ellos.
-Ya está, ha sido un malentendido.
-Siempre pelean –dijo Luna entre sollozos.
Bajé la mirada, no tenía que decirle. Ruggero se apoyó contra la pared, al lado de la puerta y nos observó a los cuatro.
-Voy a dar una vuelta por aquí, si no les molesta.
Nadie le respondió, pero era mejor si se iba. Por su salud mental, diría yo. Ruggero estaba sumamente insoportable, yo no podía soportar su humor y por lo tanto, no estábamos bien juntos.
-No volverá a ocurrir.
-Una vez dijiste lo mismo –atacó Matteo.
No tenía palabras para responderles. Creí que lo mejor sería hablar con Ruggero y pactar una separación, por lo menos por un tiempo. No nos soportábamos, por el bien de los niños, debíamos alejarnos y pensar las cosas por un tiempo a solas.
Ruggero se aclaró la garganta, alcé la vista hacia él mientras salía de mis pensamientos. Su mirada se encontró con la mía, él sabía que hacer, debía sacarnos de ese apuro. Se puso a la altura de los niños y yo, cerca del suelo.
-¿Quién quiere ir a ver la casa por dentro? –sonrió.
Ninguno de los tres le respondió, por dentro me sentí peor que nunca. Estábamos haciéndoles mucho daño a nuestros propios hijos. Si, esta noche iba a decirle a Ruggero, lo que había pensado para nuestro matrimonio.
-Yo quiero ver la casa –dije intentando que mi angustia no sonara entre mis palabras-. ¿Vamos?
Me puse de pie, Ruggero hizo lo mismo. Los tres niños seguían observando hacia abajo, con las manos juntas entre sus regazos. Debíamos hacer algo rápido. Ruggero metió ambas manos en sus bolsillos y me observó, por el rabillo del ojo, noté el arrepentimiento y la tristeza en su mirada. Volteé a verlo, sus ojos pedían ayuda. Alcé los hombros sin saber que decirle. Aunque no estábamos pasando por un buen momento en nuestra pareja, ambos queríamos lo mejor para los niños.
-Vamos a entrar –dijo Ruggero amagando a moverse-, ¿Quién viene?
Nada.
-Tengo sueño –murmuró Sol recostando su cabeza sobre el hombro de su hermana.
Ruggero se rascó la nuca, no era fácil. Me mordí la mejilla por adentro y luego me acomodé el cabello tras la oreja.
-Creo que deberíamos entrar a la casa, comer algo y luego nos vamos todos a dormir.
Ahora Sol y Luna prestaban atención a mis palabras.
-¿Qué les gusta más, pizza o hamburguesas?
Otro logro, Matteo también prestaba atención.
-Pizza.
-Pizza.
-Yo quiero hamburguesa –dijo Sol.
Ruggero me observó por un momento. Le tocaba hablar a él.
-Podemos pedir ambas cosas.
-¿En serio, papi?
-Si, claro que si, Sol.
La niña sonrió, pero se notaba que no había felicidad.
¿Qué hemos hecho, Ruggero?
[...]
La casa era de tres pisos, enorme. En la primera planta se encontraba la cocina, la sala, el escritorio de Ruggero y tres habitaciones. Las tres habitaciones eran ocupadas ahora una por, Caroline y Josefa, otra por Elizabeth y Tina, y la última por Lourdes y Jazmín.
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[2] La Bella y La Bestia » Ruggarol [Adaptada]
FanfictionMatteo, Sol y Luna, serán como sus padres. Sus cualidades complementadas, harán crecer a esos tres hermosos niños, con parecidos a su madre y a su padre. Los ojos de Ruggero, la sonrisa de Karol. Descubre la nueva etapa de la vida de Karol y Ruggero...