» capítulo 4

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Como era de suponer, mi corazón se detuvo, la sangre que corría por mis venas se congeló en su lugar y mi rostro palideció, lo noté por la expresión de Ruggero.

Mi esposo me tomó por las muñecas y me sacudió un poco, sabía que me estaba hablando, pero no comprendía que era lo que decía. Veía sus labios moverse, pero no escuchaba con claridad. Ruggero golpeó mi mejilla delicadamente.

-¿Estás bien?

Ahora si lo escuchaba. Ese golpe me había sacado del estado de shock, no se consideraba como violencia doméstica porque solo había actuado de ese modo, ya que yo parecía estar en un trance bastante importante.

-Karol, dios, ¿Qué te pasa?

-No quiero hablar.

Me solté de su agarre y me separé por completo de él, me detuve en la puerta del baño y volteé a verlo.

-¿Qué te ocurre?

-No quiero escuchar lo que ya sé-dije angustiada.

-¿Quién te lo ha dicho?-preguntó frunciendo el ceño-. Quería darte la noticia yo.

-¡Oh, vaya noticia, Ruggero!-exclamé moviendo mis brazos hacia arriba.

Ruggero suspiró y se sentó en la cama, estiró sus brazos hacia atrás y se apoyó sobre sus manos. Me observó fijamente.

-Creo que no estamos hablando de lo mismo-moduló tranquilamente.

-Ya no quiero hablar de esto-cerré la puerta del baño de un golpe.

Me cepillé los dientes y me quité la ropa, la tiré al cesto de la ropa sucia y me lavé la cara, salí del baño, en ropa interior y saqué mi pijama de debajo de la almohada. Ruggero venía del primer piso y se quedó apoyado en el marco de la puerta. No le di importancia mientras me vestía, por debajo del pijama, me quité el sostén y luego me senté al borde de la cama.

-¿Quién te lo dijo?-preguntó por detrás de mí.

-No quiero hablar, Ruggero.

-Eso es lo único que odio de ti, amor, siempre evades el tema o no quieres hablar, o simplemente te encierras en el baño-se quejó.

No le hice caso. Sentí que se puso de pie y apagó las luces, cuando llegó a su mesa de noche, encendió la pequeña lámpara. Yo seguía sentada allí, al borde de la cama, observando la cortina de seda que apenas tocaba la madera del suelo.

-¿Lucia habló contigo?

Bien, si había tenido alguna esperanza de que Ruggero no me estuviera engañando, se había esfumado. Había mencionado a una mujer, la que parecía ser su nueva mujer.

-Ruggero, tienes hijos-dije súbitamente-, piensa en ellos. Yo no importo, solo piensa en los niños.

-¿Crees que no he pensado en ellos? Karol, sabes que quiero lo mejor para ellos, como también lo quiero para ti. Lo he estado meditando desde que llegué a Italia.

Era muy duro para mí. Nunca creí que hubiera podido ocurrir esto, Ruggero tenía otra mujer.

-¿Es de Italia?

-Es enorme, tiene de todo, los niños serán muy felices.

¿Hablaba en serio? Lucia, su amante, era enorme y tenía de todo.

-¿Es alegre?

-Muy, Karol.-estaba emocionado.

Sentí las lágrimas resbalar por mis mejillas. No podía estar ocurriendo esto. Cuando todo era hermoso, todos éramos felices, Ruggero tenía una nueva mujer y seguramente sus hijos la amarían.

[2] La Bella y La Bestia » Ruggarol [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora