» capítulo 19

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-¡Papi! ¡Papi! ¡Quelo uno de eso! –Grita Sol señalando un barrilete.

Ruggero observa hacia arriba donde hay montones de barriletes volando. Están todos atados a un carrito que lleva un hombre. Baja la mirada y Sol le extiende los brazos. La sienta sobre su cadera y agarra a Matteo con la otra mano.

-Yo tamben quelo uno de esos –dice Luna desde los brazos de Caroline.

Así que Ruggero compra uno y deben compartir. No es por el dinero, sino porque deben aprender a compartir como hermanos. Ruggero les enseña a remontarlo y después los hace volarlo sobre el mar mientras me da un descanso. Me tiro de espaldas a tomar sol. A Caroline la hemos dejado que se vaya a observar tiendas y comprar lo que le apetezca. Hoy, Ruggero y yo cuidaremos de los niños, no siempre necesitamos una niñera para ellos.

Chile es lindo, muy lindo. Tiene montaña y a la vez mar, eso es lo que lo hace atractivo. Nunca en mi vida había estado aquí y me siento muy agradecida de que a Ruggero se le haya ocurrido esto de traernos de vacaciones aquí. Los niños están felices con el viaje, con el mar, con las montañas, con las cometas, los helados, la gente, la comida y bueno, creo que con todo lo que se les cruce. Ruggero está feliz de vernos feliz y yo coincido en parte con él. Es bueno tomarse un tiempo con la familia, alejarse del trabajo y de lo cotidiano por un tiempo.

-Helados, helados.

Y sé que los niños ya deben de estar pidiendole a Ruggero que les compre uno.

-¡Mami! Mira, mami –Matteo se tira sobre mí y me muestra su muñeca.

Tiene una pulsera hecha con hilos de cera. Es negra con amarillo, verde y rojo. Está emocionado y me cuenta que se la han comprado a un hombre que vendía miles de esas.

-Sol y Luna tienen una pulsera rosada en la pierna.

Sé que se refiere a una tobillera en el tobillo, por eso lo tiro a la arena y le hago cosquillas. Ahora una de las niñas se tira sobre mí y luego la otra. Me río divertida, pero cierro los ojos para que la arena no me entre y me lastime.

-Ya, ya, ya –dice Ruggero riendo-. Mami ya ha tragado suficiente arena.

Luna se ríe divertida y se pone de pie. Me siento en la lona, que está llena de arena, y veo a Ruggero que está parado observándome. Tiene unos lentes oscuros y el cabello alborotado. Mierda, mi marido si que es sensual.

-Mira, mami –dice Sol mostrándome la tobillera rosada.

-Oh, pero que bonita –le digo con dulzura.

-¿Vamos al agua? –Pregunta Ruggero.

Luna pega un grito de felicidad y Matteo se ríe de ella. Sol sale corriendo hacia el mar, pero Ruggero la detiene y la toma en brazos.

-Primero lo primero, nadie se aleja de mamá y papá. ¿Entendido?

Los tres niños asienten. Me pongo de pie y me sacudo la arena de todos lados. Mi bikini es multicolor la parte de arriba y negra la parte de abajo. Las dos niñas tienen trajes de baño enterizos, Sol celeste y Luna rosado. Ruggero tiene un traje de baño blanco con líneas azules y rojas. Y Matteo tiene uno verde con negro.

-¡Al agua! –Grita Sol estirando sus brazos al cielo.

Ruggero baja a la niña y la deja sobre la arena. Acomodamos las cosas en su lugar y después nos vamos los cinco juntos al agua.

-¡A la puta madre!

El agua está helada, parece recién descongelada. Ruggero se ríe mientras Sol tirita.

-Es hasta que nos acostumbremos. Vamos, ven aquí Matt.

-Está fría –se queja.

Así que nos quedamos un rato en el agua para acostumbrarnos como dice Ruggero. Pero para mí, sigue igual de fría. Nos ponemos a jugar a la orilla con los niños. Matteo tiene dos baldes rojos y hacemos castillos con ellos. Luna se quiere poner de pie y cae sobre el castillo de Sol. Y la niña que no es enojona, se cruza de brazos y comienza a llorar. Luna se siente culpable y también comienza a llorar. Sol le tira arena en los ojos.

[2] La Bella y La Bestia » Ruggarol [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora