Capítulo 54

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Dylan

Me impresiona que tan imbécil pueda llegar a ser una persona. En este caso yo. ¿Cómo pude olvidarme? Mi padre me dijo muy claro "tiene lo suficiente para ir al cine y volver." No sé si decirle a Brooke esto o no. Pensará que lo hice apropósito para quedarme con ella en el medio de la nada.
Mientras tanto, seguí maldiciendo en voz baja sobre el volante debatiendo qué hacer.

-Hey.- oí su voz llamándome. Levanté la vista lentamente y la miré.- Puedo llamar a Garret así nos remolca hasta alguna estación de servicio.- me dijo y sacó su teléfono de adentro de su cartera. ¿Por qué siempre tenía que estar Garret en su mente? ¿No podía parar de pensar en él ni un segundo? Rápidamente le quité su celular y lo guardé en el bolsillo delantero de mi pantalón.- ¿Qué haces? Tenemos que llamar a alguien.-

-No. Todavía no.- le dije y me desabroché el cinturón de seguridad para girar a verla sin ningún impedimento.- Ahora tenemos tiempo para hablar.- afirmé y su vista cayó hasta mis jeans. Estoy 100% seguro que en su mente está la opción de tomar su teléfono de mi bolsillo pero de todos modos no lo hace.

-Entrégame mi teléfono, no voy meter mi mano allí.- se puso seria y me señaló el lugar en donde guarde el artefacto electrónico.

-Entonces primero vamos a hablar y luego nos iremos.- sentencié y ella no dejó de mirarme. Su mirada reflejaba impaciencia y nervios. ¿Tanto le afecta estar sola conmigo? Solo quiero hablar como solíamos hacer antes, sin problemas.

-No hay nada de qué hablar, Dylan. Por favor, devuélvemelo.-

-No. Y sabes que no voy a hacerlo.- saqué la llave del tambor del auto y la guardé en mi otro bolsillo. Brooke siguió mirándome seriamente y nunca despegó sus ojos de los míos. Me especializo en mantener la mirada junto a alguien por mucho tiempo así que esta guerra no iba a perderla.- ¿Cómo has estado todo este tiempo?- le pregunté.

-Ya te lo dije en el cine, bien.- respondió cortante y procedió a quitarse el cinturón de seguridad igual que yo para poder mirarme mejor.- El que no me contestó fuiste tú, ¿cómo has estado?-

-Excelente.- dije curvando las comisuras de mis labios hacia abajo y luego los relamí.- Lo único extraño fue que no tuve a nadie que me insultara luego que yo la molestara.-

-Qué raro. Sueles molestar a muchas personas. ¿Eso no era lo que más te fascinaba hacer?- me preguntó tratando de no reír.

-¿Sabes qué no? Últimamente cambió.- comenté sarcásticamente.

-¿Y ahora qué es lo que te fascina?-

-No estoy seguro, hay dos cosas en realidad.- sonreí. ¿En serio voy a decir lo que estoy pensando? Siempre digo lo que pienso y nunca sale bien. Sus ojos, su mirada, todo en ella me estaba llamando. Estaba diciéndome sin palabras que lo diga, que no espere más. ¿Por qué me cuesta tanto? O mejor dicho, ¿por qué lo pienso tanto?- Me fascina la hija del empleado de mi padre y la manera en la que no sé cómo hizo para que no pare de pensar en ella durante todos estos treinta días que pasaron.- confesé. Vi sus labios y se encontraban medianamente abiertos de la impresión. Sin lugar a dudas sus mejillas se acaloraron y sus dedos comenzaron a temblar.- También me gusta que me respondan.- reí.

-¿Qué se supone que tengo que responder a eso?- preguntó y bajó su mirada hacia donde estaba la palanca de cambios más nerviosa que nunca. Sin tocarla bajé mi cabeza para llegar a mirarla nuevamente y le dije:

-Una buena respuesta sería que me expliques por qué me has ignorado durante todo este mes.-

-No te he estado ignorando. Solo estuve ocupada con otras cosas.- se rascó la nuca y yo tenía un método efectivo para saber si estaba mintiendo o no. Tomé su mentón y levanté su rostro. Me fije en los detalles de él y como me imaginaba, el agujero que se formaba debajo de su labio cuando mentía estaba presente. A mí ya no me puedes engañar, Brooke.

Gracias por lastimarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora