Capítulo 4

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Noté como mi hermana se quedaba perpleja, en ese tiempo yo no sabía lo que quería haber dicho aquel chico, pero ahora lo entiendo. A pesar de su asombro, continúo diciéndole a Matthias que a ella no le importaba su opinión. Nuestra madre llegó en el momento adecuado para indicarle a mi hermana que se tranquilizara , mi hermana se contuvo sus palabras y fue hacia el interior de la casa, yo también lo hice, nos sentamos a la mesa donde mi padre estaba terminando su desayuno.

- ¿Que ha sucedido allí afuera Abigail? - le preguntó mi padre sorbiendo de su todavía humeante chocolate.

- Lo que ha sucedido es que Abigail es muy prepotente y no puede estar con la boca cerrada - dijo mi madre, entrando en la sala.

- Mamá por favor, ese niño era menor que yo y ya me hablaba como si fuese mi jefe.

- Pero son nuestros clientes Abigail - dijo nuestra madre dulcemente.

- Abigail tiene razón, si alguien no tiene la razón, no tienes que dársela, y no importa que clase de persona sea - dijo papa dándole el visto bueno a mi hermana.

Mi hermana siempre había sido impulsiva como mi padre, sin embargo mama decía que yo era diferente a Abi, yo era como mi madre podía soportar lo que me decían o tal vez me hicieran, mientras que mi hermana y mi padre protestaban, aunque eso supusiese que le perjudicara. Mamá decía que eso no era bueno, que tarde o temprano se meterían en problemas debido a su caracteres, ya que no lo podían controlar.

- ¿A que se refería ese chico cuando dijo que le importabas a su hermano? - pregunté cambiando todas las miradas hacia mi.

- A nada Jeremías - me respondió mi hermana.

- ¿Abigail? No quiero que te atrevas a pensar en ese chico- le advirtió nuestro padre.

- ¿Por qué habría de pensar en él? - le dijo mi hermana recriminando.

Abigail sabía porque su padre le había dicho eso, Abigail y su hermano habían nacido en Munich, la ciudad que actualmente vivían, podía decirse que conocían a todos y todo de allí. Cuando era pequeña y su madre la llevaba a hacer arreglos a la casa de los Müller se pasaba horas mirando al chico de su edad de esa familia, Luke, así fue tomandole cariño hasta que un día le dijo a su padre que había encontrado al chico con el que se quería casar, su padre con una voz firme le dijo que con ese chico sería imposible, ya que eran diferentes en religión, cultura y, en conclusión todo. En ese tiempo la pequeña Abigail de tan sólo 9 años se llevó una desilusión, pero después vio que su padre tenía razón y de que ese chico y ella eran incompatibles. Sin embargo, ahora que había escuchado las palabras de Matthias todo había vuelto a su cabeza como un flashback y estaba a empezando a plantearse si de verdad Luke podría ser diferente a su familia, ser una buena persona. Sacó esos pensamientos de su cabeza y dejó a sus padres y hermano sentados a la mesa.

Salió a la entrada de la casa con la vista puesta en el suelo de la calle

- Abigail.

La chica miró hacia arriba para ver al chico de sus pensamientos anteriores

- ¿Qué haces aquí?- preguntó confundida.

- Sólo me quedan 5 meses para cumplir uno de mis sueños, aquel que tenía desde que era niño y que nunca he contado a nadie, un sueño en el que tú estás incluida, me quedan sólo 5 meses para irme de aquí y tal vez quien sabe, no vuelva, por eso no quiero irme sin que antes sepas que siempre he soñado contigo. Cada día de mi vida desde que te conozco. Sé que nuestra situación es difícil, ninguno de los dos encajamos en la vida del otro. Pero aún así me basta con saber que ya lo sabes.

El chico suspiró.

- Eso es todo, me alegrará saber cuando me vaya que los dos miramos a la misma luna -culminó.

Una guerra entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora