Capítulo 17

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Después de darles algo para cenar, algo que ninguno de los dos consiguieron comer, la madre de aquella casa los condujo hasta una habitación que estaba desocupada.

- ¿No os importa dormir juntos? - pregunto aquella señora.

- No, gracias - respondió Luke.

- Vale, que tengáis buenas noches.

Salió de aquella habitación y cerró tras sí.

Abigail se metió entres las sábanas rápidamente, el frío en esas fechas y en esa casa era aún más fuerte.

- ¿Has oído lo que ha dicho? - le preguntó ella a Luke.

- Si - dijo entrandose en la cama.

- Ahora me siento culpable.

- No, Abigail - la miró- tú no tienes la culpa de esto, si hubieras estado allí aquella noche hubiera sucedido lo mismo. No tienes la culpa.

- Tenemos que salir de aquí mañana, antes de que despierten.

Él le asintió y ella se abrazó a su pecho.

- Esto fuera bonito si estuviéramos en otra situación - le dijo la chica.

- Bueno, tiene su encanto, a su manera. ¿Ves esto? - dijo enseñándole un lazo.

- ¿Otra vez? -preguntó ella riéndose.

- Es como una señal, siempre lo dejas por ahí tirado cuando nos vemos.

- Dámelo - dijo la chica intentando cogerlo.

- No, ahora es mío. No quiero que lo pierdas más.

- Eso no es justo, tú tienes algo mío, pero yo no tengo nada tuyo.

- A ver, dime ¿que quieres de mi?, no me he traído nada - dijo él sonriendo.

- Podrías darme un hilo de tu camiseta.

- ¿Es que quieres que me quite la ropa?

- ¡No!, está bien ¿sabes qué?, olvídalo - dijo dándole la espalda.

- Yo también te quiero, buenas noches - acercándose a ella y abrazándola por la espalda.

Con esa sensación de seguridad Abigail se quedó dormida.

Al día siguiente antes de salir el sol, ambos se despertaron y continuaron su camino. Queriendo acortar algo entraron por los frondosos bosques. Eso ayudó a que pudieran llegar, sin saberlo, más rápido a donde querían llegar.

- Ese es mi hermano - le dijo Abigail señalando a un sitio vallado y a un niño en específico.

- ¿Estás segura?

- Jeremías - salió corriendo para encontrarse con él.

La valla les impedía acercarse, pero ambos estaban feliz de encontrarse.

- Dios mío, ¿estás bien Jeremías?

- Sí, Abi, sácame de aquí - dijo asustado.

- Veré la forma de hacerlo, ¿dónde están mamá y papá?

- No sé, sólo hay niños conmigo.

Jeremías intentó acercarse más a la valla que les separaba para sentir a su hermana más cerca.

- No Jeremías, no te acerques a eso - le ordenó su hermana.

- ¿Has visto a mi padre, Jeremías? - preguntó Luke.

- Sólo ha entrado una sola vez, no lo he vuelto a ver más. ¡Abigail no quiero estar más aquí! - dijo empezando a llorar.

A Abigail también se le escaparon unas cuantas lágrimas, ¿qué iba a hacer?, era imposible sacarlo de allí.


twitter: @melaniebuisan

Una guerra entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora