3: Recreos y canciones

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La mañana siguiente es caótica

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La mañana siguiente es caótica.

Pero mucho.

Tanto que sobrepasa los límites de la paciencia de la pareja.

Ya por la mañana, la alarma programada por la casa los ha despertado directamente con la música de David Bisbal. Estaban tan dormidos que no se han enterado de los pasos previos.

Después, les ha costado levantar a sus hijos, no acostumbrados a esos horarios.

Mientras Agoney preparaba los desayunos de todos, Raoul ha vestido a ambos y ha peinado a Flor, la cual quería su querida trenza. Los ha hecho prepararse las cosas y bajar sus mochilitas de carrito antes de desayunar. Para cuando han bajado, el canario también lo tenía todo listo.

Comen con prisa, sintiendo que les va a faltar tiempo, olvidarán algo o incluso llegarán tarde.

—Muy bien. —Agoney coge el sitio del conductor, mientras su marido pone el cinturón a sus hijos. Goofy está en la parte delantera, metido en su jaula, pues planean llevarlo de paseo aprovechando estar en la ciudad—. ¿Estamos todos? ¿Florencia?

—¡Sí! —Alza las manos.

—Perfecto... ¿Alfred?

—Yoooo... —El más pequeño bota en el asiento, y a su padre le cuesta colocarle el cinturón en la silla.

—Guay... Amor, sube, que nos vamos.

Al final llegan incluso temprano, con Raoul protestando por las prisas, que al final no han dado sus frutos. Pero Agoney lo ve perfecto, porque puede aparcar sin problemas. Ya recogerán el coche después del paseo, cuando no haya un atasco por la entrada al trabajo y a los colegios.

—¡Flo!

No tienen ni que girarse para reconocer esa voz aguda. Una niña de cinco años, de pelo muy corto y rizado, aparece en su campo de visión. Su pelo es rubio, aunque con algunas mechas oscuras, y sus ojos son tan grandes que podría ser hija biológica de la mujer que va por detrás.

—¡Hola, Gigi!

Corren la una hacia la otra. No se sabe cómo, ambas niñas acaban en el suelo. La mujer rubia entrecierra los ojos, pareciendo rendirse al final.

—¡Nerea!

Raoul corre al encuentro de su amiga, abrazándola con fuerza.

—Cabrona, te he echado de menos este verano.

—¿Qué puedo decir? —Se encoge de hombros al apartarse de su amigo—. Soy la jefa, me tomo las vacaciones que me da la gana.

—¿Todo bien? —Mira detrás de ella—. ¿Aitana no ha venido?

—Trabajando. —Pone los ojos en blanco. Entonces, los ojos de la rubia se fijan en Alfred, medio escondido entre las piernas de su padre—. Hola, Al...

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