Capítulo 38

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Siguió corriendo, siguiendo el sendero pero sin reconocer ninguno de los árboles y arbustos distorsionados por sus lágrimas. Desde la distancia oyó a Zayn llamándola y el sonido de sus pasos tras ella. Siguió corriendo aún más rápido y tropezó con una raíz. Se quedó quieta en el suelo un momento, pero cuando oyó a Justin acercándose se levantó como pudo y siguió adelante.


— ¡____, para, no vayas por ahí! — Zayn gritó justo detrás de ella.

Ella intentó volverse y ese movimiento la desequilibró. Dio dos temblorosos pasos hacia atrás intentando recobrarse y en el tercero notó que no había nada bajo sus pies. Horrorizada, se dio cuenta de que estaba al borde de un barranco.

Su mirada se cruzó con la de Zayn, tan aterrorizada como la suya mientras corría hacia ella, e intentó echarse hacia adelante. Pero era demasiado tarde. Con un grito desgarrador sintió que caía hacia atrás.

— ¡No!.

Oyó el grito de Zayn mientras se golpeaba contra el suelo y caía rodando por una pendiente escondida entre la maleza. Casi no sentía los golpes.

El horror la había dejado como insensibilizada, pero cuando se golpeó la cabeza contra algo duro y afilado sintió un fuerte dolor y lanzó un gemido.

Unos segundos más tarde, Zayn estaba a su lado. Llevaba puestos los zapatos pero estaba desnudo de cintura para arriba.

Tenía cortes y arañazos por todas partes y estaba completamente pálido. Se acercó a tocarla, pero en el último segundo se paró. Podía ver sus manos temblorosas y sabía que tenía miedo de tocarla por temor a que estuviera malherida.

— ¡Dios mío!.

Zayn se pasó la mano por el pelo y tragó saliva.

— ¿Qué has hecho? ¿Te has roto algo, dónde te duele?.

Le dolía todo el cuerpo, pero no creía haberse roto ningún hueso.

—Me duele la cabeza —gimió.

Sabía que se había golpeado contra algo y le extrañaba no haber perdido el conocimiento.

Zayn maldijo en voz baja pero con una violencia que no había escuchado nunca. Con mucho cuidado, tocó su cabeza para comprobar dónde estaba el daño.

—Desde luego, te has dado un buen golpe. Voy a comprobar si hay algún hueso roto. Dime dónde te duele —dijo con voz temblorosa pasando los dedos por los brazos y piernas de ____.

Se sentó en cuclillas y apretó los dientes.

—No parece que haya nada roto, pero hay que llevarte a un hospital enseguida. No quiero dejarte aquí sola pero tengo que ir a recoger el walkie—talkie.

____ intentó sonreír.

—No me pasará nada. Te prometo que esta vez no saldré corriendo —añadió bromeando y vio el dolor en los ojos de Zayn.

—Te prometo que volveré.

—Ya sé que lo harás. Confío en ti.

—Empieza a contar, cariño. Volveré antes de que hayas contado hasta cien —dijo después de unos segundos y empezó a subir de nuevo la pendiente.____ había contado hasta sesenta cuando sintió un dolor agudo.

Intentó girar la cabeza y se hizo daño. Esa vez sintió que todo se volvía negro y no pudo hacer nada para no perder el conocimiento.

____ se despertó.

Sabía que estaba en un hospital por el inconfundible olor y recordó haber recobrado a ratos el conocimiento, pero no sentía el dolor.

También sintió un extraño vacío y supo la razón.Había perdido el niño.

Lo sabía aunque nadie se lo hubiera dicho.

Había tenido vida dentro de ella y ya no había nada y ____ sentía... nada.

Nada excepto una sensación de inevitabilidad. No estaba en su destino haber tenido ese niño como no había estado tener a Zayn. Ahora él era libre.

Sus ojos empezaron a estudiar la habitación. Era de noche y se preguntó qué noche sería. ¿Había estado allí un día o más? No importaba demasiado. Ya nada importaba demasiado.Su mirada encontró a Zayn, recostado sobre un sillón al lado de la ventana, profundamente dormido.

No parecía estar cómodo y seguramente tendría dolor de cuello cuando se despertara. Había una sombra de barba en su cara y parecía llevar la misma ropa que cuando salieron a buscar al niño que se había perdido.

Entonces sólo había pasado un día. Era martes.Como si hubiera sentido su mirada, Zayn se movió y abrió los ojos.

Cuando se dio cuenta de que estaba despierta, se sentó rápidamente, quejándose y tocándose el cuello dolorido.

— ¡Maldita sea, estas sillas son un instrumento de tortura! —se quejó aunque su mirada estaba fija en _____, comprobando su estado.

—Deberías haberte ido a dormir a casa.

—No hasta que supiera cómo estabas —contestó él sentándose en el borde de la cama.

____ apartó las piernas para dejarle sitio.

—Estoy bien, solo un poco magullada.

Zayn iba a decir algo pero parecía no encontrar las palabras adecuadas.

—____... —empezó, tomando su mano

El prometido de mi hermanaWhere stories live. Discover now