Capítulo 41

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—Sí, sí lo siento. Nunca he sentido algo tan profundamente como esto en toda mi vida ¡Maldita sea, ____, tienes que creerme!.

—Pobre Zayn, tienes que dejar de preocuparte por mí. Estoy bien, ya no tengo remordimientos —dijo tristemente.

— ¡Dios, remordimientos! ¡No tienes ni idea de cómo me martirizan! —dijo y el dolor en sus ojos estaba claro cuando la miró.

Lentamente, con desgana, la soltó.

—No puedes evitar sentir eso. Ninguno de los dos puede.

—No he querido decir eso. No es lo que tú piensas.

—Yo no pienso nada —contestó ella encogiéndose de hombros.

— ¡Pues ya puedes empezar a pensar! —explotó Zayn y después, intentando recuperar el control, añadió.— Lo siento.

—No pasa nada.

Zayn miró al cielo intentando ser paciente, pero cuando la miró estaba claro en su rostro el esfuerzo que hacía por controlarse.

—Sí, sí pasa. Tengo que hacértelo comprender.

—Te estoy escuchando.

—Con los oídos, pero no con el corazón. Quiero darte una explicación.

____ observó sus mejillas pálidas y sus hombros cansados y quiso poner fin a la discusión.

—No necesito explicaciones, Zayn. Ya no importa.

— ¡Pues a mí sí me importa! Quiero... necesito explicarte. ¿Me vas a escuchar?

____ no quería. Sabía que dijera lo que dijera no cambiaría nada, pero quizá si lo dejaba hablar acabaría entendiendo como ella.

—Bien, te escucharé. Pero será mejor que entremos —dijo entrando en la cabaña.

Era un apartamento funcional, con pocos muebles. El salón y la cocina estaban juntos y había dos puertas que llevaban al dormitorio y al baño. Había una alfombra delante de la chimenea en la que la leña estaba colocada, esperando una cerilla para encenderla. En un semicírculo a su alrededor había un sofá algo usado y dos sillones.

—Estás empapado —dijo preocupada—. Cuelga la chaqueta en la percha y enciende el fuego. Voy a preparar algo caliente.

Cuando volvió con dos tazas de café con unas gotas de brandy, Zayn había encendido el fuego y estaba agachado con las manos extendidas hacia las llamas.

—Toma.

—Gracias —murmuró él levantándose y siguiéndola con los ojos mientras ella se sentaba en el sofá.

____ bebió un poco de café y levantó la mirada hacia él.

—Te escucho.

Durante un rato él simplemente miró su taza y después suspiró y empezó a hablar.

—Aquel día en el bosque, después de hacer el amor, me preguntaste si me arrepentía y te dije que me arrepentía de muchas cosas. Y era verdad, pero no me arrepentía de haber hecho el amor contigo. Nunca podría arrepentirme de eso —dijo con voz ronca—. Me di cuenta de que era eso lo que creías y quise explicártelo, pero no me escuchaste. Saliste corriendo y cuando vi que te dirigías hacia el barranco me olvidé de las explicaciones. Me quedé helado, nunca había tenido tanto miedo —dijo él pasándose una mano temblorosa por la cara—. Cuando te caíste, me volví loco. Tuve que dejarte allí sola para buscar ayuda y tú dijiste que confiabas en mí... —dijo Zayn mirándola—. Entonces me di cuenta de lo que había hecho, de cómo te había defraudado.

____ pensó que eso ya lo había dicho antes y que estaba equivocado. Nunca la había defraudado. Ella era la que había mentido.

—No digas eso. Sabes que no es verdad —dijo, por primera vez con un leve temblor en la voz.Aunque leve, Zayn lo notó y sintió su corazón se hinchaba ante esta primera muestra de emoción.

—Por favor, créeme, es la verdad. Te he defraudado por escuchar a mi estúpido orgullo en lugar de escuchar a mi corazón.

Ella lo miró entonces clavando sus ojos marrones en los suyos. ¿Qué estaba diciendo?.

—No te entiendo.
Zayn tomó aliento antes de seguir.

—Cuando me enteré de que me habías engañado, me dolió.

De repente una ola de dolor la recorrrió cuando recordó la escena. Había sido el día más doloroso de su vida.

—Estabas furioso —dijo ella intentando no recordar.

Pero el recuerdo de ese día era como una navaja.

Quería pedirle a Zayn que no siguiera hablando, no quería volver a pasar por ello, dolía demasiado. Pero sentía la voz atragantada en la garganta. Zayn vio la emoción en su cara y se odió a sí mismo por tener que seguir.

—Ahora me imagino cómo te debiste sentir. En ese momento lo único que pensé era que la mujer a la que hubiera confiado mi vida era una embustera.

____ contuvo el aliento e intentó controlar el temblor de sus manos. Dejó la taza de café sobre la mesita y cruzó los brazos sobre el pecho.

—Quería decírtelo, pero tenía miedo —dijo en un susurro apenas audible.

—Y tenías razón para tener miedo, ¿verdad? —dijo él asqueado de sí mismo.

El temblor aumentó y ella intentó que no lo notara.

—Tenías toda la razón para estar furioso.

—Y tú tenías derecho a esperar que escuchara tus explicaciones. Era muy poca cosa si consideras que ni por un momento he dejado de quererte. Te quiero, _____.

Esa confesión desgarró el velo de insensibilidad que la había protegido, abriendo una puerta en el fondo de su corazón y dejando salir el dolor acumulado.

____ se dobló sobre sí misma con un gemido agonizante. Todas las emociones que había estado guardando dentro salieron a flote y lo recordó todo.

—Y, sin embargo, no quieres amarme, ¿verdad? —preguntó dolorida conteniendo las lágrimas.

El prometido de mi hermanaWhere stories live. Discover now