AMAneSER con suaves líneas de los viajeros del agua bendita en la inmensidad llena de luz,
los zamuros danzando suavemente dibujando espirales su plumaje negro sus brazos abiertos los bordes hermosamente blancos, sus dedos tocando el fuerte viento, allí, arriba, dos de ellos bajan se posan en el techo, uno se sacude, sabe que lo miro, ahora reposa, descansa,
las tortolitas revoloteando, tiempo de lluvia, de visita una ardilla conversa no se con quien en el árbol tal vez porque calló el mango.