Se enamoró de sus flores

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—Espera, espera.

—¿Qué? 

—¿Por qué soy yo el árbol? ¿Y por qué tengo que marchitarme en otoño?

—Pues... La cita es así, no sabría decirte. 

—Decidido, en la próxima vida seré un abeto.

Y así el abeto centenario vivió orgulloso de sus hojas siempre verdes y sus fuertes raíces. Sabía que pese a no tener hermosas flores, nada le hacía sombra en aquel espeso bosque. 

Microcuentos para pensar el rato [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora