Un recuerdo azul oscuro

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Creo recordar que miraba por la ventana. Sus ojos eran profundos como el océano abierto, parecían no tener fondo ni fin. En sus tiernos labios se grabó una sonrisa impertinente. Me pareció que enseñaba los dientes, aunque mi vista no era demasiado buena. La larga melena le caía en cascada. Era como ver derramarse una noche sin luna. Juro que solo parpadeé un mísero instante, intentando enfocar aquella alejada ventana. Para entonces se había desvanecido como el alba. Eso lo recuerdo perfectamente. Corrí, grité, busqué hasta detrás de mis propios párpados. Conservaba la esperanza que ese gesto la hiciese regresar. Entonces un dolor punzante me atravesó el pecho y fue como despertar de una pesadilla.

Estaba en mi cama, en mi casa; la tenía enroscada como un gato caprichoso sobre mi pecho. El más mínimo gesto la alejaría de mí, así que la observé largo rato. No me atreví a cerrar los ojos. Repasé su pelo rubio casi blanco, su tierna sonrisa... Ella me miraba con esos dulces ojos castaños como el café y me besó la cicatriz del pecho. Mi corazón aún latía y ella parecía querer borrar a besos mis amargos recuerdos. La fría cuchilla atravesándome las costillas aún me estremecía, podía ver su cara descolocada mientras me atravesaba la piel. Mas pronto me olvidé de sus ojos azules y su pelo negro. El hedor de la traición ya no empapaba las sábanas. Se había desvanecido en el aire. Era su viva imagen. Ella fue la más bella traición.

Microcuentos para pensar el rato [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora