Miró atrás. Una mirada suave como una caricia. Leve como el último suspiro de quien marcha en paz. Pues estaba en paz. Consigo y con el mundo. Habían saldado las cuentas pendientes. El final de la historia estaba delante. El último punto tras cientos de páginas. Cogió el amarillento papel entre sus dedos. No cabía duda, era la última.
Después de aquello no sabía qué esperar. Así que la devoró. Sin decoro ni paciencia. Sin previo aviso. Después de aquello quedaría relegada a un rincón de la memoria quizás. Pero si miraba atrás. Con una mirada como una caricia, un suspiro. Allí estaría. Su destino había sido decidido incluso antes de empezar. Así que más valía recordarla con cariño que intentar cambiar aquello ya escrito.
Cuando hubo terminado las lágrimas le inundaban los ojos y se desbordaban. Aquella historia no podía ser relegada a un rincón y recordada con cariño. Así que la hizo arder y prendió con ella. Estarían siempre juntos. Motas de un mismo polvo. Ceniza de un mismo incendio. Páginas de un mismo libro sellado en la memoria colectiva. Era uno con su historia.
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Microcuentos para pensar el rato [COMPLETA]
Aléatoire20 relatos sobre amor, desamor, vida, muerte y otros menesteres. Basado en los hechos reales de vidas ficticias. Quizás descubras a través de éstas que ya no hay nada que hacer. O tal vez que nada está perdido, solo espera a que no lo busques. Y bie...