Cap. 3

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  • Dedicado a Lourdes Glez
                                    

Yaizha aparto la mano asustada.

- ¿De qué está hablando? 

La mujer miró a Wolf que negó con la cabeza por detrás de Yaizha y la mujer comprendió como si hablasen sin palabras.

- Oh, a veces se me va un poco la cabeza, siempre me ha gustado leer las manos. Puedo ver que tienes ciertas habilidades ¿a que a veces piensas en algo que luego sucede?

Ella asintió y luego sonrió aliviada desechando sus sospechas, no podía ser que supieran que era ella, eran gente normal, creía o quería creer.

Un hombre mayor, que se acercaba y llevaba un traje blanco le llamo la atención, si no lo supiera hubiera jurado que era un mayor como los de su clan, el bello se le erizo por un instante pero el hombre rezumaba una luz plácida, se aproximó a la encantadora mujer y con una reverencia se la llevo a la pista de baile no sin antes dedicarle una mirada ¿como decirlo? oscura a Yaizha que echo mano de su copa. 

Las horas pasaban y Wolf era requerido en muchos sitios. Estuvo también bailando con la anciana Karula, que así se llamaba, nombre que le resultaba extrañamente familiar y ella siguió sentada bebiendo hasta que se reunieron en torno a ella los amigos de él y las mujeres que los acompañaban. Sina que era el nombre de la mujer de Koen resultó ser encantadora, tierna y dulce, estuvieron hablando y riendo de modo que casi no se sintió sola ante la falta de Wolf, mientras estaba allí con ellos hablando distraída de tanto en tanto miraba fugazmente a Wolf que parecía imponente, se ruborizó al pensar en lo atractivo que era y lo extraña que se sentía, ardía por dentro y no podía hacer más que lanzarle miraditas como hacía él. 

Salvo que no era el único que la miraba...

Koen y Sina volvieron a bailar mientras todos los contemplaban, Yaizha los miraba sin perder de vista a Wolf que estaba en la otra punta hablando con los chicos, pese a que hubo un momento que creyó verlo discutir con los ancianos y otros hombres que luego se retiraron.

Yaizha bebió un poco más y sonrió cuando las chicas volvieron a sentarse a su alrededor mirando hacia el otro lado donde estaban los chichos. Parecía que se hubieran formado dos bandos que se observaban mutuamente entre sonrisitas furtivas.

- Bueno Yaizha, cuéntanos algo – le sonrió Sina a la vez que le mandaba una mirada despectiva a la chica que acompañaba a Peter que dio media vuelta – No la soporto – le dijo a Yaizha.

- Intentó separarles ¿sabes? – le explicó la pelirroja, Noa

- Ah…

- Es una víbora, no te acerque a ella – le dijo Rihana, la compañera de Rield mientras observaba con mala cara como la susodicha se acercaba melosamente a Wolf poniéndole las zarpas encima.

Yaizha no le dio importancia pero si notó como las miradas de las cuatro chicas se centraban en ella.

- ¿Qué? – las miró confusa parpadeando.

- ¿No te molesta? – le preguntó Gina.

Una menuda chica de pelo negro como la noche y muy vivaracha, bajita pero con un cuerpo bonito y piernas redondeadas, era amiga de las chicas.

- ¿Por qué? No – se encogió de hombros mientras veía como la rubia se iba insinuando a Wolf que le hacía el caso justo como caballero que era.

- Bueno, estas con él ¿no? – preguntó picarona Noa.

- No, le conocí ayer. ¿Habéis creído qué…? No – negó con la cabeza bebiendo divertida sintiendo los colores en las mejillas – Estáis locas. 

Sina acercó más la silla a la de ella. 

- Que interesante, cuenta, cuenta – le pidió.

- Será mejor que no…

- Uyyyyy, esto se pone interesante. Anda no te hagas de rogar – insistió Noa

- La estáis incomodando, dejarla, si no quiere contarlo que no lo haga por algo será. Pero que sepas que no te juzgaríamos – sonrió Rihana defendiéndola del acoso.

- Pensarías mal como todos.

Todas la miraron incrédulas.

- Pero si eres una dulzura, amor. ¿Por qué dices eso?

- Es igual, dejemos ese tema. Si Wolf te ha traído es porque está muy…

- ¿Qué? – miró a Rihana aún seria.

- Es que es difícil encontrar la palabra adecuada, porque si digo interesado seguro que te molesta ¿a que sí?

Ella asintió levemente.

- Es guapo ¿eh? – sonrió divertida Noa dándole un codazo a lo que Yaizha sin darse cuanta asintió mientras lo devoraba con los ojos.

Ellas se miraron y sonrieron. Luego discretamente miraron al aludido que con poco éxito de discreción miraba a Yaizha.

- ¿Te atrae mucho, no?

“Tanto que duele” le hubiera gustado decir pero guardo silencio mirando a ningún sitió en concreto.

- Eres jovencita ¿verdad? – la miró sin malicia Rihana que se había sentado enfrente cerrando el círculo.

- ¿Tanto se nota? No parecéis mucho mayores que yo.

- Uf, gracias cariño, pero te sacamos unos añitos, no muchos pero se notan. ¿Y a que has crecido bastante sola?

Asintió.

- Chicas, tenemos faena – sonrió Noa haciendo que el resto rieran y que Yaizha no entendiese el comentario.

- Oye que tampoco nací ayer, no soy tonta…- protesto haciendo un mohín.

- No decimos eso. Espero que nos dejes ser tus amigas Yaizha – le cogió la mano Sina.

Ella sonrió, se sentía tan bien con ellas y sobre todo con Sina y Rihana qu eno podía hacer más, quizás por que desprendían cariño, sabiduría, mano dura y sobre todo cierto aire maternal, algo que ella no había conocido.

- Chica, se te come con los ojos, que envidia – rió divertida Gina.

- ¿Qué mujer no suspira por él? – corrigió Noa.

- Yo, que tengo a mi churri – rió Sina.

- Ya - le tiró una miga de pan encima Noa riendo.

- Yaizha ¿sabías que los halcones y los lobos eligen a su pareja para toda la vida? Cada uno tenemos nuestra mitad en alguna parte…

Ella asintió y la miró desconcertada.

- Si, ¿pero por qué me dices eso?

- Bueno, pues que vengo a decir que esa lagarta no tiene nada que hacer con ese pedazo de hombre- dijo mirando a la rubia que Wolf había dejado allí sola mientras él se reunía de nuevo con sus amigos y Peter tiraba del brazo a la mujer que se deshizo de él con brusquedad mirándolo con furia. 

Yaizha contuvo la risa y bebió un poco más mientras seguían hablando.

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