Cap. 6

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Yaizha sin saber cómo al verse apurada dejo que sus instintos salieran a la luz, desato su energía y vio horrorizada como ninguno de los hombres tendidos en el suelo se movían, temblaba como una hoja, no tenía donde huir ¿Qué había hecho? Sabía que no los había matado pero aún así… había atacado a los suyos y las normas eran claras al respecto, jamás atacaras a los tuyos llevado por la furia o la injusticia, los mayores juzgaran. Echo a correr bosque a través, sus potentes y mullidas patas apenas notaban la hierba y las rocas, corría sin parar, su cuerpo más ágil se escurría entre los troncos con facilidad, pronto la carrera la agoto, su vientre subía y bajaba acelerado, la lengua le colgaba a un lado, se acerco al riachuelo que sabía regaba el estanque de detrás de su casa y bebió afanosa. Alzó la vista al cielo nocturno y en su forma de loba aulló a la luna con pesadumbre.

Se despertó desnuda entre la maleza, tenía frío y hambre, se levanto dolorida y miró alrededor para orientarse, regreso a casa y se metió bajo el agua. Comió algo que encontró por la nevera y escucho sonar su teléfono. No le hacía falta contestar, sabía quién era y que quería. La habían estado llamando durante toda la noche, no quería contestar pero debía hacerlo, el vínculo con los dominantes era aún demasiado fuerte. A la decima llamada lo cogió, la voz de Naya le aportó un poco de calma.

- Yaizha, mi niña… ¿Qué has hecho?

Silencio, no tenía nada que decir, el nudo de su garganta tampoco se lo permitía.

- Ven ahora mismo. No te demores.

- No.

- ¿Qué? Yaizha… no compliques más las cosas. Necesitamos que vengas, el solsticio es dentro de cuatro días, necesitamos tu ayuda, el coven te necesita.

- No pienso ir Naya.

- Pequeña, si han de ir a buscarte será peor. Te prometo que no te pasara nada. Por favor cariño, ven. Aunque sólo sea por mí.

Yaizha ahogo un hipido que amenazaba con salir de su boca y colgó sin añadir nada más, cansada se puso sus tejanos y una camiseta blanca y salió por la puerta con la cabeza gacha, sus piernas la llevarían al lugar de encuentro aunque no levantase la vista del suelo.

De la cueva salía el bullicio apagado de las voces de los que estaban reunidos, apenas brillaban unas antorchas en la gruta, ella entro soportando las miradas furiosas y condescendientes de otros que abrían un pasillo a su paso. Dos hombres enormes salieron a su encuentro y la cogieron cada uno por un brazo, ella se deshizo de sus manazas con rabia y los miró furiosa.

- No hará falta que la escoltéis – dijo una voz autoritaria desde la oscuridad de un pasadizo de donde salió un  hombre fuerte, alto y de piel de ébano con el traje de guerrero del clan y el imponente pecho al descubierto.

Yaizha asintió ante él que le puso una mano en el hombro afectuosamente.

- Gracias Ako – susurró y pasó bajo el arco de la gruta entrando en la sala de audiencias y situándose en el centro. El silencio era oprímente, los mayores estaban sentados en las gradas, los dominantes en el centro, Bakio y los suyos a la izquierda y el resto a los lados. Ako cerró la salida y golpeo el gong que señalaba el inició de la sesión. Yaizha sabía que iba a ser juzgada severamente y con rapidez, al menos ese era su consuelo.

- Arrodíllate Yaizha – le indicó el gran dominante del clan de la luna, Sasko.

Yaizha no quería obedecer apretó el puño y cerró la mandíbula estaba tan tensa que le dolía hasta la espalda y sentía la sangre resonar en sus oídos violentamente.

Un contundente rugido cargado de poder la obligo a postrarse y mostrase sumisa, estaba abatida pero no se iba a dar por vencida.

Sasko iba a volver a hablar cuando Naya lo interrumpió estirando la mano en su dirección.

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