ocho

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El departamento de Min Yoongi era pequeño, muy poco espacioso pero con la distribución que tendría un departamento estándar: tres habitaciones, dos baños, una cocina y un espacio de living-comedor que en realidad estaba demasiado compactado como para poder diferenciarlos.

Tenía los muebles necesarios, una alfombra sencilla, y...

- Acomódate. Iré a echarme la siesta. - interrupió Yoongi sus pensamientos. Jungkook miró al otro con su mochila puesta aún, sorprendido de que el otro le confiara su espacio. Asintió viendo como se iba, y luego voltear de golpe con los ojos casi cerrados. - Oh, y despiertame cuando falte una hora para irnos.

- C-claro. Que descanses. 

- Ah, puedes usar este cuarto. - dijo arrastrando las palabras y tocó la puerta del cuarto que le había indicado. 

- ¡Gracias! - alcanzó a decir el otro antes de que Yoongi cerrara la última puerta del angosto pasillo y quedara todo en silencio.

Woah.

Jungkook suspiró, moviendo su cabeza a los lados para tronarse el cuello. No terminaba de comprender qué había pasado, pero no se sentía del todo mal. 

Se acercó a dejar su mochila sobre el sofá y en lugar de sentarse, como sus piernas querían hacer, caminó dos pasos hasta el ventanal que era lo que dejaba el espacio a avanzar, y miró. Se encontraban en un piso quince así que era visible la mayor parte de la ciudad, y el campus de la universidad se veía bastante bien también. A esa altura la gente se veía como pequeñas hormigas.

Jungkook no tenía vértigo de mirar abajo así que estuvo un buen rato mirando el vacío, y luego hacia arriba. El borde de los cerros al final de su campo visual y las nubes moverse con el eje de la Tierra. 

Le gustaba analizar ciertas cosas sencillas, su mente se mantenía ocupada viendo lo bonito del mundo. Resultaba fascinante ver el vacío. Y por un momento, el pensamiento de lanzarse en bungee desde esa altura no le resultó nada mal. Los shots de adrenalina lo hacían sentir a otro nivel de vivo. Su ansiedad se iba prácticamente por completo y su mente volaba tan alto que todas las preocupaciones eran chiquitas en comparación a lo que su cuerpo sentía en una situación de riesgo así: temer por su vida hacía que todo lo demás fuera insignificante. Porque sí, Jungkook amaba su vida, amaba tener vida, y la única gran experiencia de adrenalina había sido en un xtrem fall en un parque de diversiones. 
Ya casi no recordaba esa sensación, he hizo un puchero por eso. 

Volvió la mirada a la Universidad y recordó que debían ir a clases en unas tres o cuatro horas más, a todo esto, ¿qué hora eran?

Se volteó para buscar su celular en la mochila que había dejado en el sofá, pero cuando giró sobre sus talones, pegó un respingo que lo hizo afirmarse a la pared con bruquedad. 

- Oh, rayos. - murmuró bajito, cuidando de no hacer ruido por su compañero. Lo que lo había asustado había sido un pequeño gato negro que caminaba a paso lento atravesando la habitación y que se dirigía a su mochila para olerla. - Uy, me asustaste. - susurró. Vaya, pero si era una cosita bonita. Se acercó lentamente para no ahuyentarlo, y estiró la mano a su cabeza. Él no tenía puta idea de cómo tratar a un gato, él era más de perros. Así que no sabía si era correcto para los gatos ser acariciado así, pero cuando masajeó poquito entre las orejas, el gato se alzó en sus patas traseras hacia arriba buscando más. Jungkook le sonrió bonitamente. - Qué lindo

El felino siguió buscando caricias que el chico le concedió gustosamente, empatizando la actitud positiva del gato. Usualmente los gatos se escapaban de él, pero este era uno dócil. Cuando dejó de tocarlo para sacar el celular, el gatito se puso sobre su lomo en la alfombra a retorcerse  graciosamente. Una vez tuvo el teléfono en mano, Jungkook no se resistió y le sacó una foto. Luego de eso puso una alarma para cuando tuviera que despertar más tarde y se encaminó hasta el cuarto que le había prestado Yoongi. 

Not Different • (yoonkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora