Pedacito De Cielo ➳ Jihan

Doce.

Jisoo no estaba seguro de lo que había estado esperando, pero estaba seguro que la casa frente a él no se acercaba remotamente a las ideas en su cabeza. A decir verdad siempre había pensado que Junhwi y Myungho vivían en la estación de radio, incluso cuando estos decían que no. Y también estaba la idea de que vivían en un albergue, o debajo de un puente en el peor de los casos.

Pero la realidad era que se trataba de una casa, una casa bastante grande y, por lo que se veía, llena de gente. Jisoo ni siquiera sabía que había tanta gente en Pohang.

—¿Estás seguro que es la dirección correcta? —le preguntó a Jihoon, mientras este lo arrastraba hasta la puerta principal.

—Sip, si es. Vamos, Jisoo camina, nadie te va a comer. Te lo aseguro.

Entre todas las cosas que ignoraba estaba el hecho de no saber cómo había llegado hasta allí. Él había estado muy seguro de que lo llenarían de sermones apenas pusiera un pie cerca de la salida, que extenderían su castigo, que lo pondrían a rezar tres rosarios seguidos, pero en realidad Jihoon lo había sacado del monasterio con tanta tranquilidad que incluso parecía sospechoso.

Los últimos días Jihoon había estado en algo que Jisoo llamaba "libre albedrio", porque su retiro del monasterio ya estaba procesado, su trasferencia a una escuela normal también, y sus maletas estaban más que ellas. Entonces se paseaba por el monasterio como si fuera dueño de este, saliendo y entrando cuantas veces le diera la gana, e ignorando a quien quiera que se atreviera a regañarlo. Iba tan despreocupado por ahí, que rayaba en lo grosero, pero nadie le decía nada porque su salida estaba muy cerca.

Pero con Jisoo era muy diferente porque él seguiría siendo un acolito, seguiría de residente en el monasterio y, por lo que sabía, estaba castigado. Y aun así nadie le había dicho nada cuando en la tarde Jihoon informó que los dos iban a salir en la noche y no volverían sino hasta el día siguiente.

El cumpleaños de Jun había caído un día miércoles, y a nadie parecía importarle que al día siguiente tuvieran escuela, porque luego de que Myungho les abriera la puerta, confirmaron que en verdad había un montón de gente adentro. No tanta como para hacer difícil el moverse de un lado a otro, pero si la suficiente para que Jisoo se sintiera intimidado.

—Jun está en la cocina.

Myungho caminó hasta esa parte de la casa, indicándoles el camino y Jisoo se pegó a él como una lapa, tomando a Jihoon de la muñeca y llevándolo consigo, temiendo que el muchacho lo dejara solo en cualquier momento. Apenas encontraron a Jun, Myungho se fue a otra parte y los dejó para que felicitaran al cumpleañero.

En la cocina habían más personas, todas ellas rodeando a Jun mientras este contaba una historia. Cuando el muchacho los miró, mucho rato después de haber entrado a la cocina, sonrió alegremente y se excusó con sus amigos para recibirlos.

—¡Si viniste! —exclamó, yendo primero hacia Jisoo para abrazarlo.

—Te traje un regalo.

Jisoo alzó la mano donde llevaba la bolsa y ofreció una sonrisa sin dientes. Jun pareció mucho más alegre, murmurando que no debía haberse molestado mientras lo abrazaba otra vez.

—¿Ya viste a Jeonghan?

—¿Ya llegó?

—Fue uno de los primeros, debe estar por algún lado —Jun se encogió de hombros y miró hacia Jihoon—, ¿me acompañas a guardar esto?

Quiso protestar cuando Jihoon asintió, y aunque intentó rogarle al bajito que se quedara, Jihoon hizo de oídos sordos y salió junto con Jun de la cocina, dejando a Jisoo con una mano alzada, la boca abierta y una expresión de pánico. Acomodó su postura cuando perdió a los otros dos de vista y luego de aclararse la garganta miró a todos lados con incomodidad; el resto de las personas  parecían concentradas en su propios asuntos, charlando entre si y riendo, pero Jisoo sentía que todos lo miraban y lo juzgaban silenciosamente.