Quince.

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Jisoo evitó a su hermano por el resto de la tarde luego de que JeongHan se fuera, él sabía que Jiwoo no era estúpido y había unido los puntos y asumido qué era lo que él y JeongHan habían estado haciendo mientras él no estaba. Pero no se sentía listo para hablar de ello.No en ese momento cuando todas sus emociones estaban frescas, cuando las sensaciones en su cuerpo todavía hormigueaban en su piel. 

Él quería guardarse ese momento para él, ya podía hablar con su hermano por la mañana. Jun lo había llamado, Jihoon lo había llamado, pero los había ignorado a los dos, muy concentrado en repetir aquel momento, su momento con JeongHan una y otra vez en su cabeza. Sus palabras y los besos que compartieron. De solo pensarlo le entraban escalofríos a todo el cuerpo y una sonrisa se formaba en su boca.Si era honesto, él no sabía en qué estaba pensando cuando decidió decirle a JeongHan que le gustaba, porque él no había tenido un nombre para sus sentimientos sino hasta media hora antes de que JeongHan llegara, y había tenido una pequeña crisis al darse cuenta que las cosquillas inofensivas que sentía cuando el mayor le sonreía no eran normales entre amigos, y qué había algo más. 

Jiwoo había sido quien le había puesto un nombre por él. Amor lo había llamado, y eso terminó con Jisoo echado en el suelo, abrazándose las rodillas al pecho y llorando lleno de miedo. Miedo que aún no se iba. ¿Cómo iba a explicarles eso a sus padres? Una cosa era que Jiwoo lo aceptara, pero otra muy diferente era que sus padres, sus padres que eran extremadamente conservadores, lo hicieran. Y también estaba el hecho de que abandonaría el monasterio, si le soltaba ambas cosas a su mamá, ella pensaría que estaba decidiendo dejar de ser un acólito por culpa deJeonghan y no porque realmente lo quisiera. Estaba claro que debía ir paso a paso, y lo primero que haría sería hacerles saber su decisión de dejar el monasterio. Revelar su reciente orientación y relación con JeongHan debía esperar.

Era cruel y lo sabía, tener que esconder al mayor de esa manera. Lo hacía quedar como un idiota inseguro, pero tenía razones válidas para hacerlo, y confiaba en que Jeonghan lo entendiera. Confiaba en que fuera paciente y esperara a que fuera el momento indicado para ello. Pero era terrible no tener la seguridad de poder decir cuanto tiempo sería suficiente, cuánto pasaría hasta llegar a ese momento que él llamaba indicado. 

Pensar en sus padres sabiendo sobre él y JeongHan en un sentido romántico le revolvía el estómago, pero no de la buena forma en la que su ángel lo hacía, si no de la mala. Estarían furiosos, pensaba. Y ni que decir de las monjas y los curas del monasterio, ellos serían los peores. Quizá era por eso que Jisoo no había vuelto esa noche, y no pensaba volver otra vez. Ya había hablado con Jiwoo de ello, de lo incomodo que se había vuelto vivir allí y sobre lo que había pasado el día anterior con el monseñor Kim. 

Luego de que Jihoon y él llegaran de escalar la montaña, el monseñor Kim los había recibido justo en la entrada, con una expresión sombría y la postura erguida. Jisoo había sentido miedo, porque sabía que aún estaba castigado y no sabía qué esperar del hombre, y su miedo solo aumentó cuando el monseñor envió a Jihoon a su habitación porque necesitaba quedarse con él a solas. En resumen había sido regañado y golpeado con una biblia, el monseñor lo había llamado irresponsable, descuidado y una vergüenza para el monasterio. Luego había sido encerrado en una habitación oscura, preso en el exilio sin iluminación ni comida. Estuvo toda la tarde allí, hasta que al caer la noche y todo el mundo estuvo dormido, Jihoon acudió en su rescate. Jisoo había huido del monasterio apenas se hizo de mañana, acompañando a Jihoon a la estación de trenes y luego esperando a su hermano que casi le dio un ataque al saber lo que le habían hecho por saltarse un castigo que se había vuelto demasiado largo.

Y había sido Jiwoo quien le había propuesto quedarse en esa habitación de hotel hasta que sus papeles de retiro estuvieran en orden, que él mismo se encargaría de hacer el retiro y organizar el papeleo para inscribirlo en una escuela normal. Su madre no tardaría en saberlo, si no era que lo sabía ya y más rápido que inmediato le estaría visitando en Corea, listo para reclamarle y "hacerlo entrar en razón". Ni siquiera sabía con exactitud qué iba a decirle a la mujer, porque sonaba fácil decir que ya no quería ser un sacerdote y que quería ir a una escuela normal, pero ella lo presionaría hasta sacarle toda la información del porqué, y no lo dejaría en paz hasta que Jisoo aceptara hacer algo que ella considerase conveniente. Habían tantas cosas en su cabeza, incluso más de las que estaban antes, que empezaba a sentirse ansioso de nuevo, con los temblores recorriéndole el cuerpo, la opresión en su pecho, estrujándole el corazón y los ojos picándole, a punto de llorar. Y sin importar cuanto se dijera a si mismo que debía calmarse, no se calmaba, porque seguía pensando en muchas cosas ala vez. 

Pedacito De Cielo ➳ JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora