Capítulo 16

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El humano se fue y no sin antes decirme en un susurro que me mantuviera alejado de Sasha, por su bien y por el mío, mas ignoré todas sus advertencias porque su aroma ahora es más intenso que antes.

Fijé mis ojos en sus labios, esos que estaban más tentativos.

—¿Estás bien? —volví a la realidad por su voz; la miré extrañado, no escuché—, que si estás bien.

Me apresuré en responderle.

—Sí, sí.

Ella suspiró, se removió en el colchón y se acercó de nueva hacia mí, tocó mi mejilla con delicadeza y me miraba como Dulce lo hacía, pero en ella no siento repugnancia, sino que siento que es lo correcto e indicado.

Tanto mi corazón como el de ella latían eufóricos, como si estuviesen felices, pero no sé de qué lo estarían.

—Me siento muy extraña estando contigo, Stefan —susurró nerviosa sin dejar de tocarme la mejilla—. No sé qué es lo que me sucede pero cuando estoy contigo me siento diferente... especial y, de alguna forma me siento protegida.

Sus palabras son muy significativas para los lobos; aquella confesión es de emparejamiento, lo que yo quiero con ella cuando empecé a cortejarla, estar detrás de ella.

Además, emparejarme con una humana es la abominación de los lobos y el que lo haga tiene castigos, y en este sí incluye a la pareja.

Tengo miedo, por ella.

—¿Tú... sientes lo mismo? —preguntó trémula, quizá a que yo le diga que no es correspondido el afecto, pero está demás que sí compartimos lo mismo.

Tragué hondo.

El nerviosismo es mucho y ni se diga que estoy reteniendo mi naturaleza, mi apareamiento por ella, porque es una humana. Además de que es la primera vez que haré el amor con otra mujer diferente y con la que tiene mis sentimientos por ella.

Haré de nosotros un emparejamiento, aunque no sé si ella acepte.

Moví la cabeza rápido, de arriba y abajo, viendo claramente como sus mejillas se tornan rojas y la mirada le brilla.

—Compartimos el mismo sentimiento —murmuro cohibido—. No sé exactamente lo que es realmente estar así, nunca lo experimenté y me... gusta sentirlo por ti. Mi órgano —toco mi lado izquierdo del pecho— late siempre cuando te miro o te escucho hablar.

Apretó sus labios y miró hacia abajo.

—Me gustas —susurró, y si no fuese lobo no la habría escuchado.

—¿Me gustas?

—Sí, me gustas —se rió cuando no entendí—. Es un sinónimo de que te gusta estar con alguien o alguna cosa, dulce, etcétera, y en ésta ocasión me gustas como un dulce amargo.

Alcé las cejas sorprendido ante su comparación.

¡A ella le gusta estar conmigo! ¡Ah!

Me siento como un lobo flotando en las nubes con la luna y estrellas mirándome emocionados como yo. Aunque en la realidad sería estar flotando en las plantas, pasto del bosque.

—¿Soy amargo? —pregunté, ella negó sonriendo.

—No, sólo que me recuerdas a uno simplemente —se encogió de hombros—, pero diciendo la verdad me recuerdas a un zuncho por lo sensible, dulce y esponjoso que es.

Eso me tomó por sorpresa. No pensé que me compararía con tal... ¿Objeto?

—¿Qué es un... zucho? —Ante mi pregunta Sasha se echó a reír.

Culposa Decadencia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora