Capítulo 9

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La luz opaca de la luna y la misma y en compañía de las estrellas están siendo testigo de lo que haré en estos momentos es una locura, una grande y con consecuencias futuras, sin embargo, nada de eso me importa ahora.

Salgo de la cueva a paso lento y con el menor ruido posible para nadie sospeche que estoy saliendo del clan en la madrugada para ver a una humana que lo único que hizo fue rechazar mi ayuda y apoyo.

Ante lo anterior estoy sin poder creerlo, sea lo que sea se resolverá en este momento y así para que pueda hablar con Sasha en la mañana cuando vaya hacer vigilancia.

Observo a mi alrededor y todos están durmiendo en sus cuevas, ventaja para mí.

Sigo caminando con cuidado hasta estar totalmente alejado del clan, me transformo en lobo y me armo de valor para correr a una velocidad apresurada a los límites y entrar a los territorios humanos. Después de casi unos quince minutos llegué y de igual forma volví a mi cuerpo de humano, me vestí con los pantalones cortos que tenía cogido en el hocico y después me acerqué a su hogar, inspeccioné sus alrededores y no parecía tener nada fuera de lo normal, pero sí que había un aroma distorsionado por algún otro olor fuerte, fue listo en mezclar su aroma con el olor desconocido. Sin embargo, me puse en alerta por el mínimo movimiento. Si me arriesgo a hacer descubierto por humanos sería honorable para mí porque estoy protegiéndola de la amenaza que está rondando su hogar.

—No entiendo —hablo bajo. Confundido es poco.

Algo no cuadra en esto...

Los pensamientos absurdos que creo mi cabeza se esfumaron cuando escuché casi inaudible un llanto; aquel sonido hacia acelerar mi corazón.

Busqué entre los árboles con troncos anchos y robustos, arbustos abundantes y no encontraba de qué provenía el llanto, pero el sonido lastimero no disminuía conforme el tiempo pasaba.
Entonces el llanto aumentó un poco al grado de saber su paradero y me sorprendí a la vez que una preocupación albergó mi pecho cuando el llanto provenía de el hogar de Sasha, específicamente, de arriba.

Tiene miedo.

Retrocedí un poco y me giré sobre mis talones y enseguida mi cabeza pensó rápido cuando miré un árbol viejo y con ramas largas, para suerte mía una rama se acerca hasta donde el llanto. Sin esperarlo más, corro al tronco y escalo el mismo con agilidad y sin dificultad, una vez arriba me hinco y gateo lentamente, poniendo equilibrio.

—Aguanta mi Sasha —musito al sentirme, de alguna forma impotente.

Respiro un poco tranquilo cuando me hallo a unos metros de ella. Su llanto se escucha más fuerte pero incluso así es suave y no ruidoso, algo extraño proveniente de un humano.

Trago saliva y me acerco un poco más hasta quedarme en la casi punta de la rama.

—Sasha... —la llamo. Me escuché anhelante y me avergoncé enseguida.

Desde mi distancia puedo verla en su colchón y el como se remueve violentamente cuando me me escuchó.

—No... —susurra sollozante. Ladeo la cabeza al ver como se pega ella misma; se está lastimando—. ¡No! ¡Salte de mi cabeza! ¡Debo dejar de pensarte y extrañarte!

¿Me... extrañó?

¡Me extrañó! ¡Ella me extrañó!

Un calor se coloca en mis mejillas. El cuerpo me arde, como si de algún volcán estuviese preparándose para hacer erupción.

¡Por la Luna!

¿Es normal que una bestia se sienta muy feliz? ¿Cómo un macho se puede sentir sumamente orgulloso y calentito al tener a su hembra debajo de su cuerpo y experimentar la sensación del calor y del gozo? No debería ser así, una bestia no debe de ser feliz. Mi especie debe de permanecer en la oscuridad, pero ésta vez me otorgaron la oportunidad de ser feliz y no la desaprovecharé.

Me quedo viéndola como un humano mira otro; con el sentimiento del amor.

—Sasha... —vuelvo a llamarla y ésta vez dirige sus ojos al lugar de afuera y del árbol.

Me mira horrorizada y no entendía del por qué.

—¡Bájate de ahí! ¡Por Dios, te podrías caer Stefan!

Niego a la vez que me río por su ocurrencia.

Tengo la posibilidad de caer de pie, además me sostengo de la rama con fuerza y eso impide que no caiga.

—No me caeré.

—¡Sí te caerás!

—No —replico, me acerco un poco más—. Soy alguien más fuerte que tú, no soy humano —me detengo abrupto al revelar lo último.

Sus cejas se fruncen y se acerca hasta estar de pie en la ventana. Inspecciona mi atuendo y abre sus ojos al ver mi pecho desnudo con pelos negros como mi cabello, sus mejillas se vuelven rojas.

—No tienes camiseta —afirma tímida.

—No tengo frío.

—Eres extraño —susurra, luego vuelve a ponerse a la defensiva y añade: —. Vete Stefan.

Niego dolido por su rechazo.

—Sé que estás mal —dije—. No me iré, no sin antes protegerte de la amenaza. Me quedaré para vigilar.

Sus mejillas se vuelven rojas por segunda ocasión. Se aleja unos centímetros más y juega con su cabello largo. A los minutos  deja de verme con intensidad y se retira volviendo a la colchón, por mi parte no dejé de mirarla y tampoco de ver a mi alrededor.

🌙🌙🌙

El sol salió y la luna se ocultó con las estrellas en su compañía. Él cielo se iluminó con colores cálidos.

Los pájaros no tardaron en cantar y el aire fresco tampoco se hizo esperar.

Me acomodo en la rama del árbol, recuesto mi espalda en el tronco. Desde mi distancia y altura puedo observar con totalidad su hogar. Durante la noche y madrugada no vi nada.

Coloco ambos brazos detrás de mi espalda y cierro los ojos por un momento, dejándome guiar por el canto de las aves y sonido del viento impactando con los árboles.

—¿¡Stefan!?

Un grito agudo y chillido me despertó del sueño en el que me estaba sumiendo sin saber.

Miré a todas parte y enseguida me topé com Sasha fuera de su hogar; tenía un pantalón muy, pero muy corto y un pedazo de tela encima de su pecho.

Mordí mi lengua y quise asustarla, por lo que me puse de pie y esperé a que vuelva a gritar mi nombre, ni tardó cuando lo hizo.

—¡Stefan!

Me preparo, cuando hasta el número tres en mi cabeza y me tiro hacia abajo, el impacto de mis pies le asustó que gritó más fuerte de lo normal, me tomé las orejas para no lastimarme pero fue un intento fallido.

—¡Ah!

Me acerqué pero me detuve abrupto cuando se giró y me tiró algo duro en la cabeza, me quejé en voz alta.

—¡Ay! ¡Por la Luna, duele! —tomo mi cabeza entre mis manos y sin esperarmelo lanzo un gruñido por lo bajo.

—¿Stefan? —su murmullo miedoso me alerta.

—¡Soy yo, soy yo! —digo.

Me acerco a ella con mis manos en mi cabeza.

¿Qué fue lo que me tiró?

Escucho como tira algo al suelo y en segundos siento sus brazos alrededor mío, sus brazos pequeños están rodeando mi cintura con fuerza.

—¡Lo siento! —se disculpa gritando—. ¡Lamento haberte tirado la piedra!

—¿Una piedra?

No me cabe en la cabeza que una humana tuviera tanta fuerza para tirarme una piedra y que me doliera.

—¡Lo siento! —se despega de mí y toma mi cara entre sus dedos largos y delgados—. Ven, te curaré la cabeza porque por mi culpa estás sangrando ¡lo siento!

Bueno, al menos no me está rechazando.

Espero que el golpe valga la pena.

Culposa Decadencia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora