Capítulo 5

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Sasha

Enrollo la toalla a mi cuerpo, en unos segundos estoy fuera del baño. Me acerco al armario y rebusco en este; tomo un short corto negro y una blusa de tirantes blanca, me coloco la ropa y salgo de mi recámara.

Al acercarme a la cocina unos golpes me detienen y estos golpes provienen de la puerta principal, me encamino a ella y la abro en par, encontrándome con un joven atractivo.

Confundida, así me encuentro.

Desde que llegué hace como un mes o menos no he hecho amigos o algo parecido, todos me ignoran, menos el hombre guapo que encontré en el bosque.

A decir verdad me sentí muy atraída cuando lo vi desnudo.... ¡Caracoles! No me imaginé que él estuviese desnudo y de espaldas.

Tiene unas nalgas muy redondas...

Me ruborizo ante mis pensamientos.

Él hombre que tiene por nombre Stefan es moreno, cabellos negros y ojos azules profundos. Su complexión es fuerte por sus músculos que dejó al aire en el bosque, también es muy alto, quizá me pasa dos o una cabeza.
Lo que me dejó cautivada fueron sus ojos, perecían tener algo salvaje dentro de él mismo.

Su comportamiento es muy raro y divertido; verlo actuar y hablar como un cavernícola me causa mucha gracia y a la vez ternura, porque cuando me escucha hablar hace muecas gracias y varoniles en su bello rostro.

Además, tengo que tener cuidado con él porque según los libros que he leído cuando un hombre muy guapo llega quedas secuestrada entre sus garras y encantamiento.

Un carraspeo me hace salir me mis pensamientos sucios. Fijé mis ojos en el joven y me vi mordiendo el labio por él, por Stefan. Por lo que me volví rígida y completamente avergonzada.

—¿Es la señorita Sasha... —se detuvo y miró el papel en su mano, ladeé mi cabeza— Gallego?

Abrí mis ojos y asentí varias veces con mi cabeza.

—Soy yo.

—Tenga —me tendió una caja pequeña que sacó de su bolso enorme azúl.

Los pelos se me pusieron de punta enseguida, una corriente me atacó la espina dorsal cuando la caja fue dejada en mis manos.

Presentía que la caja no es nada inocente.

Fijé mis ojos en ella; la caja en sí es grande, pero no lo suficiente para que pueda cogerla entre mis dedos y brazos, la misma está sellada por algún tipo de símbolo azúl.

Alcé mis ojos y el joven desapareció sin emitir algún sonido, se esfumó y me asustó.
Con el corazón bombeando entro a la casa y cierro con pestillo la puerta.

Otro nuevo día y me empiezan asustar.

Ayer cuando Stefan se fue de mi casa, como a una hora más me acosté a dormir no sin antes bañarme. Me acosté y me quedé dormida pensando en él; un golpe cerca y unos aullidos me alarmaron, tuve que levantarme por obligación, miré sobre la ventana y vi a un lobo enorme, viejo y lastimado, sus ojos eran de color rojo y a su lado había una persona parada, alta y delgada, no pude ver su rostro porque la persona estaba encapuchada, no tardó uno dos minutos cuando desapareció por el bosque en compañía de el lobo.

Y ahora una caja sin remitente.

Nerviosa me ubico en la mesa pequeña de la cocina, dejo la caja en la mesa y medito unos instantes, después de unos cuatro minutos, me levanto y abro la caja. Ahogué un grito al ver un cuchillo con sangre reciente y un pedazo de carne podrida, el mal olor sólo hicieron aumentar las náuseas.

Culposa Decadencia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora