Capítulo 4: Hostilidades

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-Lo sentimos guapa, estamos completos.- escupió el posadero más que dijo.

Gourry volvió a echar un vistazo al bar, por si acaso. Había una pareja de borrachos ocupando la zona vip para ebrios en el lugar más oscuro y apartado, aparte de eso quizás hubiera alguna alimaña entre los barriles, pero nada más. Vamos, que era una mentira tan gorda como la barriga que ostentaba el señor tras la barra.

Por suerte o por desgracia, ya se habían topado antes con este tipo de individuos y sabían jugar a su juego. Lina sacó unas monedas más del bolsillo y las puso sobre la barra.

-Seguro que podemos llegar a un acuerdo.

El hombre hizo un mohín, pero no dijo nada y Lina sacó otras dos monedas más, tanteando. Ahora el posadero parecía en un aprieto. Tardó un rato en considerar la oferta.

-Te he dicho que estamos llenos, chiquilla. Llévate tus monedas, estas alterando a mis borrachos.

Gourry se quedó pasmado, no era así como solían acabar esos tratos. Normalmente el posadero cedía de buena gana o Lina se iba indignada al oír la contraoferta. Esta vez optó por encogerse de hombros.

-Bueno, vamos a probar en otro lado entonces.

Se giró y pilló al chico del brazo para volver a la avenida.

-Venga, buena suerte - se oyó tras la barra.

El guerrero no supo decir si lo dijo con ironía o no.

Drama era grande, al menos si lo comparabas con Astrid. Tenía un elegante puerto pesquero y unas columnas verdes, llenas de flores, que adornaban la avenida principal. Gourry contó hasta 5 hoteles distintos en ella y todos, sin excepción, les negaron la estancia. Hasta ahora su excusa favorita había sido la de que el perro de la posadera se había comido sus deberes.

Lina ya empezaba a enfadarse. Estaba cansada y sucia y no le gustaba que le negaran las cosas, pero lo que peor la hacía sentirse es el no saber qué ocurría.

-Hey, Gourry, ¿Qué mierda crees que pasa aquí?

-No tengo ni la menor idea - respondió su amigo - ¿Quizás es que le destruiste el pueblo en el pasado?

-Si fuera eso me acordaría, idiota - Lina siempre marcaba con una X esos pueblos en su mapa, para cuidarse de no volver - Le he estado dando vueltas, pero no se me ocurre nada. Quizás sea una de esas aldeas de las que nos hablaron en Saillune hace unos meses, esas que detestan a los magos y la magia.

-Pero dijiste que era una idea demasiado tonta como para ser verdad.

-Sé lo que dije per...

Una tercera persona interrumpió la conversación en ese momento.

-Pts, ptsss.

A su espalda había un señor que sólo podía calificarse como sospechoso. El individuo se acercó un poco más. Llevaba una bufanda al cuello que se quitó para hablar.

-¿Buscáis cama para esta noche?

Lina asintió, total, la situación poco podía empeorar.

-Tengo una habitación libre. 30 monedas de oro la noche.

Era el timo más descarado que había oído en su vida, pero era un buen pie para empezar con la danza precios. De 25 llegaron a 24 y 18 se dijo en algún momento, pero se acabó descartando. Al final terminó todo en 24 monedas de oro, incluyendo un baño en el precio. El señor sospechoso, Terry se llamaba, aceptó de mala gana y les guió hasta la vieja casa amarilla donde vivía.

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