Caía la noche cuando llegaron a Priam. Las pequeñas luces encendidas señalaban su destino. Esa comida caliente, ese baño tan necesario, estaban tan cerca que Gourry casi podía olerlos. Por desgracia, en el proceso se olió a sí mismo, la sangre seca sobre su ropa y el pestazo a sudor en su camisa. Ese choque de realidad le hizo apretar más el paso hasta casi chocar con Lina, que se había detenido.
-¿Pasa algo? -preguntó su amigo.
Esta se volvió, aún con la duda en los ojos. Dejó el silencio posarse un poco más. Mientras, se llevó un dedo a los labios, pensativa.
-No es nada -mintió.
Seguía sin avanzar y volvió a llevar el dedo a los labios, como tratando de sellar la idea que venía en camino. Por fin liberó la boca. Soltó la lengua.
-¿Gourry? ¿Qué te pareció escoger la ruta el otro día? No fue muy difícil... ¿verdad?
Él se quedó callado. Los términos como "el otro día", "esa vez", "ese tipo con el que nos cruzamos" o " ese tal Rezo", solían escaparse entre los huecos de su mente. Intentó ubicar ese día al que Lina hacía referencia, pero en su cabeza no se encendió ninguna bombilla. Su amiga, mientras, seguía esperando una respuesta. Al final se aventuró con un:
-¿N-no?
Arrancó una sonrisa de la pelirroja. Esa pareció ser la respuesta adecuada.
-En ese caso te dejo elegir de nuevo. Ale, ale. ¿dónde quieres pasar la noche?
La confusión volvió a Gourry, y éste la saludó con ganas, pues ya eran íntimos amigos
-¿Por qué? ¿Seguro que no quieres hacerlo tú? -dijo para ganar tiempo.
Esta negó con la cabeza.
-Ya es hora de que empieces a ejercitar ese cerebro de medusa tuyo.
Gourry, a modo de respuesta, se encogió de hombros. Señaló entonces una de las luces en la distancia, pegada a una chimenea de ladrillos. El humo que salía de la misma era ligero y dulzón. La chica asintió para sí y volvió a poner en marcha su cuerpo. Juntos, caminaron en la oscuridad rumbo a ese olor de antes. Marcharon en la oscuridad, hacia la promesa del baño humeante y la comida caliente.
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La siguiente mañana nació depresiva y plomiza. Las nubes seguían dominando el cielo y su color hacía juego con lo desgastadas de las sábanas de Lina. Ella había amanecido descansada, radiante como el sol de agosto. Tenía la cabeza apoyada en la clavícula desnuda de Gourry y los rayos que eran su pelo se mezclaban con sus tonos rojos. Esa noche no hubo bandidos ni grupos de asaltantes y Lina, desde luego, no los echaba de menos.
Sentía el cálido aliento de Gourry en la frente y cambió de posición para evitarlo. En su maniobra, despertó al bello durmiente. Abrió sus ojos azules y lanzó un gruñido.
-¿Qué haces? -murmuró, dormido.
-¿Yo? Bajar a desayunar.
-Uhggm.
Tras un pequeño concierto de gruñidos, se tapó con las sábanas grises y giró sobre sí mismo. Quedó como un perfecto burrito grisáceo. Lina rodó sobre sí misma hacia el otro lado de la cama. Se incorporó y, al intentar poner el pie en el suelo, el burrito gris atacó su cuello.
-¡Gourry!
A modo de respuesta el chico rió por lo bajo sin dejar de besar su oreja.
-¡Ya!¡Ya! -y añadió entre sonrisas- Cerrarán el buffet si no nos levantamos.
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Destino
Fanfiction-Esto, lo de ahora, es sólo otra aventura, Lina. Una que apesta a demonio. Ya te las has visto con profecías, bandidos, lores y mazokus. ¿Y qué si esta aventura lo mezcla todo? Lina y Gourry siguen buscando una espada nueva y topándose con problemas...