Capitulo 3

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(Diego)

Abri los ojos y pude ver que mis manos estaban atadas a un tubo, estaba arrodillado y sin camiseta. Miro hacia la izquierda para identificar en donde estaba y cuando volteo hacia la derecha lo veo a él, estaba parado al frente mio con algo en su mano, era algo como un látigo pero este tenía cuerdas y en ellas tenían púas.

-Veo que has despertado Dieguito-dijo

-¿Donde estamos?

-En el lugar donde te daré tu regalo.

-¿Que me harás?

-Te lo demostrare.

Me da un golpe con lo que tenía en su mano en mi espalda y suelto un gemido. Él me sigue golpeando y yo solo gemia al sentir como las púas rasgaban mi piel y mi sangre caia.

-¡¿Por qué me haces esto?!-grite muy débil

-Yo les advertí a tu padre y a tu tío-me da otro golpe-les dije que ibas a sufrir

-¡Que demonios te he hecho!-grite con las pocas fuerzas que tenía

Al parecer eso lo enojo así que me desató causando que yo callera al suelo ya que no podía sostenerme y me comienza a dar patadas en el estomago.

-¡Eres un Hernández y eso me basta!-gritó

Me cogio del cuello y me estrelló contra la pared dejandome sin aire.

-Suel...sueltame...por...favor-dije  jadeando

-No soy compasivo Hernández.

Pensé que me iba a la quedar sin aire pero el me tiró al suelo. Estaba allí en el suelo tratando de recobrar el aire mientras sentía que mi espalda ardia como el infierno.

-¡Llevenselo!-gritó

Llegaron unos hombres, me cogieron de los dos brazos y me arrastraron hasta un auto. Me dolia todo, estaba mareado y veía todo borroso; que había hecho yo para merecer esto.

(Fran)

Eran las 11 de la noche y estaba llendo a mi casa, era tarde y las calles estaban solas en la cuidad de Buenos Aires. De pronto escucho llamados de auxilios y quejidos, me comenzó a dar miedo no sabia que podria ser.

-Ayuda, ayudenme-decía esa voz

Era la voz de un varón, parecia necesitar ayuda; me comencé a guiar por el sonido hasta llegar a donde estaba aquella persona.

Era un hombre que estaba tirado en el suelo, sin camiseta y al parecer estaba herido

-Ey ¿Que sucede?-pregunte

-Ayudadme, estoy herido y no puedo sostenerme por mi solo.

Me acerco a él, pongo mi mano en su espalda para levantarlo pero sentí algo húmedo y él lanzo un gemido.

-No pongas la mano en mi espalda-dijo

Miro mi mano y tenia sangre proveniente de su espalda. Pongo su brazo en mi cuello y mi mano en su cintura procurando no tocar su espalda y lo llevo a mi casa.

Al llegar a mi casa lo dejo en mi cama y enciendo la luz. Tenía su ojo morado, su labio roto y tenía un gran moretón en el estomago. Se voltea y pude ver que su espalda tenia cortes y rasguños.

-Ya vuelvo, voy a ir por algo para curarte.

Voy al baño y cojo algodón, alcohol, ungüento, gasa y pastillas para el dolor; luego voy a la cocina, abro el refrigerador y saco hielo.

-Listo-dije y puse todo en la mesa de noche

-¿Que sientes?-pregunté

-Mi espalda arde demasiado, mi abdomen duele mucho creo que me he roto algunas costillas, mi ojo duele y mi labio de verdad que arde.

-Bueno, te voy a curar.

Diecesca-Amor peligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora