Draco caminaba de un lado a otro pensando en todo lo que había pasado en su vida hasta ahora; desde la magia oscura que practicaba hasta su más terrible equivocación que fue servir a ese mago tan perverso y tenebroso. Una de las cuantas razones por las que ahora se encontraba en aquella celda tan fúnebre y deprimente.Ya llevaba tres largos y torturosos años encerrado en esa pocilga y no planeaba seguir allí y cumplir todos los años de su sentencia.
Estar en ese maldito lugar lo estaba volviendo completamente loco, y sabía que si seguía así iba a terminar como su tía Bellatrix.
Hizo una mueca ante tal pensamiento y se sentó en su cama, si se le podría decir así. Ya que era una especie de piedra angosta y plana en donde el se recostaba, y por suerte, tenía una pequeña y fina manta para el invierno.Miró hacia la puerta preguntándose que guardia estaría vigilandolo ahora mismo. Fue mucha suerte también que el ministerio se ablandara y empezara a poner magos y no a los dementores en los turnos de vigilancia.
Se levantó y caminó hacia esta pegandose a ella en un acto de aburrimiento.—¿Quien anda ahí? — dijo en un tono meloso y odioso.
Nadie le contestó. Pero el sabía de todas formas que había alguien, así que empezó a golpear varias veces la puerta del frío metal que lo separaba del guardia, haciendo sonidos fuertes e irritantes.
—Ya basta Draco, callate.
El rubio sonrió divertido al escuchar a su guardia y darse cuenta de que ese ojiverde que tanto le gustaba estaba a su vigilancia en esos momentos.
—Harry...mmh, eres tu, lo supuse. Sacame de aquí, anda... y escapemos juntos.
El rubio no recibió respuesta. Y una idea se metió en su mente que lo hizo sonreír de manera cómplice con sus propios pensamientos.
Volvió a hablar.
—Harry, no sabes lo excitado que estoy ahora mismo...—Draco fue acariciando la puerta que los separaba—Me toque toda esta semana pensando en ti... no sabes lo mucho que me pones.
Harry al otro lado de la puerta se sobresaltó,sintiendo un pinchazo en su entrepierna y el calor invadiendo rápidamente sus mejillas. Eso no se lo esperaba. Aún así respondió:
–No caeré Malfoy, callate si no quieres que te meta un maldito Crucio. Créeme que tengo permitido hacerlo.
Draco sonrió ante esto.
—Hazlo porfavor, me encanta el dolor ¿sabes? Me pone tanto.... creo que empezaré a tocarme, pensando en cómo me torturarías.
Harry relamió sus labios pero no contestó. Miró al frente tratando de que no se le venga a la cabeza la imagen de aquel lindo y sensual rubio tocándose.
—Me estoy tocando Harry, sólo por ti,pero me gustaría tanto que seas tu.
—¿De verdad lo estas haciendo?—el ojiverde no pudo evitar preguntar.
—Claro que si, estoy masturbando y acariciando mi duro pene, está tan necesitado de atención. Pero, ¿tu que quieres que haga Harry?
—Sigue tocandote.
Draco sonreía mientras tocaba su propio miembro. Lo acariciaba y lo masturbaba en forma de paja.
Entreabriendo un poco los labios soltó un gemido débil con el nombre de su guardia, cosa que encendió totalmente a Harry Potter, quien ya empezaba a tener una erección.—¿Que más quieres que haga?
—Puedes prepararte...
Draco sonrió para luego comenzar a negar.
—Con una condición.
El ojiverde suspiró sintiendo como su entrepierna comenzaba a apretarle y habló.
—¿Cual?
—Cuando termine de prepararme entrarás y me follaras muy fuerte.
Harry mordió sus labios pensándolo un momento, claro que no lo hizo con claridad porque al momento dió como respuesta un "sí" , sin pensar en las consecuencias.
Draco sonrió y bajando su pantalón comenzó a lamer sus dedos haciendo un obsceno sonido, lo suficientemente fuerte para que aquel gurdia de azkaban lo escuchara. Bajó su mano hacia su entrada y comenzó a prepararse sin piedad, soltando pequeños gemidos y acelerando la mano en su erección.
A medida que sacaba y entraba sus dedos, Harry(sin antes mirar si había alguien cerca) comenzaba a masturbarse cuidadosamente tratando de que nadie lo notase.
Draco emitió un gemido un tanto exagerado antes de soltar:
—Ya estoy listo Harry... muy listo para ti.
Harry ya desesperado, miró a los lados y sacando su varita rompió el encantamiento que aquella puerta tenía para que Draco no escapara. Luego entró en la habitación, para encontrarse a continuación a un rubio posicionado en cuatro en aquella piedra como cama, totalmente desnudo y expuesto, dilatando su entrada con paciencia y con una perfecta mueca de excitación, mirándolo con hambre y deseo.
Harry inmediatamente(sin antes cerrar la puerta y trabarla con un encantamiento) se acercó al rubio bajando un poco su pantalón y ropa interior, dejando su miembro ya perfectamente duro expuesto.
Cargado y cegado de excitación dejó su varita a un lado y tomó las nalgas del rubio,acariciandolas y tocando con su dedo pulgar su preciosa entrada, escuchandolo gemir bajo su cuerpo.
Tomó su miembro y lo posicionó en su entrada,ingresandolo de a poco y entreabriendo sus labios jadeante, miró como Draco lamía sus labios con un gesto de placer en el rostro.
Comenzó a embestirlo fuertemente. De una manera ruda. Sin nada de piedad, como Draco lo quería.
Lo hacía rápido, fuerte y constante,llegando a tocar el próstata del rubio, y haciendo que este comenzara a suplicar por eso.Así duraron unos largos minutos, aguantando para hacerlo más placentero. Harry lo penetraba sin piedad, mientras Draco gemía y masturbaba su miembro en un intento de llegar al orgasmo de una forma más intensa. Pero Draco explotó cuando Harry se corrió dentro de el, llenandolo por completo. Esto hizo que se corriera en finas líneas,manchando la cama y llegando a su clímax.
Harry se separó algo aturdido por los espasmos del orgasmo, pensando en que seguramente había sido la mejor experiencia sexual que había tenido. Subió su ropa interior y su pantalón. Pero se dio cuenta de que algo andaba mal cuando no escuchaba al rubio.
Levantó la vista y no lo vio por ninguna parte. Abrió bien los ojos intentando localizar su varita y el lugar en donde la había dejado, pero lo sintió como si un balde de agua fría le cayera encima cuando vio que su varita ya no estaba.
Se acercó a la puerta e intentó abrirla pero esta estaba cerrada.
Acto seguido, empezó a golpearla fuertemente cuando lo escuchó:— ¡Hasta nunca Harry! O bueno, quizás algún día volvamos a vernos. Ya sabes, me gustaría repetirlo.
El castaño rojo de la ira y vergüenza empezó a gritar.
—¡Draco! Maldita sea, ¡Draco, vuelve aquí!
Pero era en vano. El rubio había escapado.