1: El Inicio del Camino

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No parecía un día anormal en las Tierras Antiguas; el territorio independiente del reino de Ferland, que se encuentra muy cercano a él, y mucho menos lo era para Kaljone, un pequeño poblado que forma parte de dichas tierras.

En particular, no parecía que fuera un día anormal para Chase Morgan, un niño de doce años, pelo oscuro a medio rapar (pues así lo debían llevar todos los hombres pertenecientes a las Tierras Antiguas), y ojos azules, quién se encontraba en la escuela al momento de iniciación de este relato. Y con escuela no nos referimos a una grande y ominosa, como podrían serlo las del imperio de Ferland, sino que hablamos de una casona que oficiaba su salón principal como una única aula, para los jóvenes.

En la escuela pues, Chase estaba realizando un examen de Religión, encontrándose sentado en medio de sus dos mejores amigos, únicamente separados por sus butacas y bancos individuales: Karl Percival y Stephen Dansonn. El primero, era el hijo del panadero del pueblo, y estudiaba duramente para poder negarse al negocio de su padre, y forjarse un futuro prometedor como economista (Lo que faltaba en las Tierras Antiguas); el otro era el chico huérfano, siendo que sus padres habían muerto en un incendio, en un pueblo lejano a Kaljone, cuando era pequeño. Ahora solo tenía a su estricto abuelo con él, para cuidarle, habiéndole este rescatado de las llamas y habiéndose alejado con él de ese pueblo misterioso del que venían. Curiosamente, de forma contraria a Karl, Stephen no buscaba mejorar su calidad de vida estudiando; lo hacía porque lo obligaban, siendo que él consideraba que dada la desgracia de su vida todo debía serle servido.

-Eh, Chase, -susurró Stephen mientras dibujaba garabatos con su lápiz en una esquina de su banco- ¿Le dirías a Karl que me pase la respuesta de la pregunta C?

Chase contestó con un susurro:

-Step, sabes que no puedes copiarte en el examen. La última vez que lo intentaste, fuiste castigado por la maestra.

-Me da igual. -volvió a susurrar Stephen-Dile a Karl que me pase la respuesta y ya.

A Chase no le gustaba ver a sus amigos castigados, pero sabía que Stephen no iba a ceder en su afán por copiarse la respuesta de Karl, razón por la cual decidió preguntarle la respuesta en voz baja a su compañero.

-La respuesta es la C; Maras. -a pesar de ser un excelente estudiante, Karl era una persona cooperativa si de copiarse trataba.

En lo que Chase volteaba ligeramente su cabeza para darle la respuesta a Stephen, la maestra, la señora Lilia, lo interceptó:

- ¡Chase Morgan! ¡¿Qué estás haciendo?!-le gritó con furia

Lilia era una mujer cuarentona y algo pesada, de pelos rubios. A decir verdad, imponía bastante, sobre todo a Chase, quien le profesaba un profundo temor y respeto.

-Nada, señorita Lilia. -contestó Chase, procurando que no le temblara la voz. -Solo le estaba pidiendo tinta para mi pluma a Karl, pero ya se vació el bote. -la señorita Lilia no podría comprobarlo, a menos que decidiera hurgar en el cajón del banco de Karl.

-Te tendré un ojo encima, una interacción más y estás fuera. -sentenció, y, evidentemente, no se lo creía del todo. -Pídele a tu compañero Stephen.

Y así lo hizo Chase, para en el proceso poder susurrarle la respuesta sin que la maestra lo notara.

Entonces, una vez terminado el examen, se les permitió marcharse de la "escuela". En el pórtico, lo esperaba su madre, pero eso no detuvo a Chase de despedirse largamente de sus amigos, hablando en voz baja de cómo les había ido en el tedioso examen de Religión. Y resultaba ser que, aparentemente, Stephen solo tenía una respuesta correcta.

-Chase Morgan, tenemos que irnos. -apremió su madre, que veía a los chicos hablando y hablando, y se impacientaba. -Apura, que hay que ir a comprarle algo al papá de Karl.

El Señor OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora