Poco a poco, mientras observaba la cajita que aún tenía en sus manos, el hálito de la vida y consciencia comenzaron a parpadear en mis ojos. Vi la comprensión y el dolor entre ellos, como si combatieran dentro de su tormento interior.
Mi amiga nos habría dicho que eran sentimientos curativos.
Mis labios se apretaron seguida de una brusca inhalación; mi batalla contra el llanto completamente perdida.
Se apartó a un lado cuando el dió unos ligeros pasos para abrazarme.Muchos dirían que no hay razones para derramar tantas lágrimas por una mascota.
Pero esa gente nunca habría tenido la fortuna de conocer a una como la mía.