Era una fina tarde de la delgada primavera, el suave viento que corre incesante por mi alegre valconera.
Tenía las botas de invierno y el cuaderno del verano, las hojas ralladas de los textos de amores pasados.
Veo el sol en los cráneos de hermosas flores, que observan extraños los que aman de noche.
Luz, paz, un lápiz para pensar y nada más.
Era una fina tarde de la delgada primavera, hoy brillan por mi calle luciérnagas que vuelan.