Sin embargo, mis sentimientos conflictivos no me impidieron visualizar mi realidad.
Y la realidad era que ninguno de los dos le hacía bien al otro.
Gracias a eso entendí que dos personas se pueden hacer mucho daño mutuamente y ser, por separado, un elemento positivo en la vida de alguien, pese a todos sus defectos.
Como el mar y el viento. Si el viento sopla de mal forma sobre el océano, este responde con violentas trombas marinas y los dos elementos se vuelven incompatibles.Pero por separado fluyen mucho mejor.
Sentía como si fuera testigo de la órbita de dos planetas que no dejaban de moverse el uno junto al otro, pero sin nunca alcanzarse del todo.
Necesito ser egoísta.
Y permitirme parecer más un satélite que un planeta.